martes, 4 de junio de 2013

Crimen político


Con el terrible asesinato de tres dirigentes, entre ellos el de Arturo Cardona, ex secretario de Derechos Humanos de la dirigencia estatal del Partido de la Revolución Democrática, pone en una situación delicada, nuevamente, al gobernador del Estado de Guerrero, Ángel Aguirre Rivero.

Aquí no se trata de responsabilizar al poder ejecutivo de esos crímenes. Sí lo es, políticamente hablando, por la investidura misma del cargo. Por ser el responsable de la conducción de la entidad y porque le corresponde ofrecer seguridad a sus pobladores. En ese sentido sí adquiere un señalamiento.

Pero es seguro que habrá quien le finque otro tipo de responsabilidad más directa. Tal y como se lo señalaron y, todavía se lo señalan al ex gobernador, Zeferino Torreblanca Galindo con el asesinato de Armando Chavarría Barrera. Casi se asegura que fue el autor intelectual, ni siquiera probable, sino se sostiene con seguridad. Como habrá algunos “analistas” que ahora digan lo mismo del actual gobernador de los acontecimientos de 3 de los ocho desaparecidos perredistas que aparecieron asesinados.

Lo más sensato es que se abra una investigación profunda y profesional.  Se dice en los reportes de la prensa que de inmediato la policía ministerial protegió el lugar de los hechos. Porque si se compara con la desaparición de Chavarría, aquí lo he dicho de manera reiterada, hubo manipulación en la escena del crimen. Y ese manejo llevó a desviar el objetivo de la pesquisa.

En cuanto a la historia política mexicana en relación con ese tipo de acontecimientos (crímenes) y sus consecuencias se sostiene que siempre existe opacidad porque son sucesos de estado. Es decir, se lastiman muchos intereses.

En el caso de los perredistas desaparecidos y luego (algunos de ellos encontrados asesinados) originarios de Iguala, llama la atención que sean otros militantes de ese partido que señalen al presidente municipal de Iguala, José Luis Abarca Velázquez como responsable. Y es extraño porque pertenecen al mismo partido.

La anterior situación lleva a la hipótesis, en caso de que fuera ajustes de cuenta entre ellos, que el poder envilece, porque hace unos meses asesinaron el regidor del municipio de Iguala, Justino Carbajal Salgado, sobrino del “famoso político” Félix Salgado Macedonio y también, por lo menos los familiares, señalan al mismo presidente municipal.

También asoma otra hipótesis en donde la gente del crimen se encuentra presionando a los que toman decisiones.

Lo que no se puede soslayar es que casi toda la población se encuentra vulnerable. Que la inseguridad ha incursionado en otra forma cultural. En esa que se ha encasillado en hábitos y maneras de ser. Donde matan por 300 pesos.

Creo que no se necesitan más soldados o policías, sino mayores oportunidades de empleo. Nuestros jóvenes se están formando y miles de ellos, con la esperanza de un mayor grado de estudios, tienen puesta la esperanza en conseguir un trabajo digno y bien remunerado. Sin embargo, el gobierno no está creando la cantidad de empleos que requiere la sociedad.

De no encontrar esas expectativas, perdóneme usted, a esos jóvenes talentosos les entra a la desesperación y, en ocasiones, cometen, literalmente, locuras.

Así que si alguna responsabilidad directa tiene el gobierno, de cualquier nivel, es porque no ofrece empleo, excelente educación, salud, como tampoco salarios decorosos. Aquí es donde debemos exigir que nuestras autoridades se aboquen a trabajar para los rubros arriba señalados para evitar conflictos sociales. Por supuesto que la desaparición y/o muerte de personas que realizan actividades políticas es un hecho condenable, pero también calificaría de crimen que el gobierno no satisfaga las necesidades de nuestros jóvenes y futuros administradores del país. revistaa@yahoo.com

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