El periódico Pueblo, en la ciudad de Chilpancingo,
Guerrero, publicó el reporte de Zacarías Cervantes: la Red Solidaria Década contra
la Impunidad, hizo público el testimonio por escrito de Nicolás Mendoza Villa,
activista de Unidad Popular (UP), el cual ha sido certificado por notario
público, en el que presuntamente implica al alcalde de Iguala, José Luis Abarca
Velázquez, del levantón que sufrieron ocho integrantes de esa organización
política en mayo y la posterior ejecución de tres de ellos.
Un acontecimiento hasta cierto punto normal en la
disputa por el poder. Sin embargo,
alternativa desterrada cuando las elecciones son el método para dirimir
las diferencias.
El contexto actual habría que reconocerlo es de
inestabilidad. La inseguridad es lo más palpable y no se sabe quién puede ser
un real enemigo. El ambiente está crispado.
Lo que ayer se conoció
a través de las páginas de Pueblo me remite a 1913 (inicio de la
revuelta por el poder) cuando asesinaron a Francisco I. Madero a manos de
Victoriano Huerta, éste deja la presidencia por presión de Venustiano Carranza
y Francisco Villa. Al usurpador, así se le califica, sucumbió ante el alcohol.
Eulalio Gutiérrez es nombrado presidente en sustitución
de Huerta pero Venustiano Carranza lo desconoce. Al redactarse la nueva
Constitución Carranza también es el nuevo presidente y es asesinado
posteriormente por el grupo de Adolfo de la Huerta, quien a su vez sucumbe ante
los sonorenses comandados por Álvaro Obregón.
Obregón es asesinado por Plutarco Elías Calles.
Otro asesinato fue el de Francisco Serrano, relato
hecho novela por Martín Luis Guzmán con el título El Caudillo. Serrano se
enfrentó a la dupla Obregón-Calles.
Es en ese sentido que digo que es normal esa
herramienta del asesinato. No se justifica. No. Pero… está presente en la política.
Otro asesinatos más recientes de políticos son los de
Luis Donaldo Colosio y José Francisco Ruiz Massieu. Quien fuera Gobernador de Guerrero, Ruiz
Massieu, declaró en la prensa nacional que “los fordcitos” ya no utilizan
viejas prácticas, referente al uso de la violencia. Algunos años después lo
expiran.
No se sabe quiénes o quién fueron los autores
intelectuales de estos dos últimos sucesos. En esos años no se percibía
inestabilidad ni tampoco inseguridad; sin embargo, los desaparecieron. Es
decir, rencillas de la clase política.
En el caso de Abarca Velázquez habrá qué esperar las
reacciones de sus grupos de apoyo y la presión de sus adversarios. Con un
agregado: ya no se habla de política local, sino internacional. Golpe dado ni
Dios lo quita.