David Martínez Téllez
De
acuerdo al politólogo italiano, Gianfranco Pasquino, la expresión partidocracia
se utiliza en Europa para referirse a la presencia y asentamiento social y
político de los partidos de masas entre la población. Modelo que retomo para
comentar el caso mexicano.
Como consecuencia de este paradigma los pequeños partidos
moderados son eliminados o drásticamente redimensionados en su peso político
efectivo; adquiriendo prácticamente los institutos políticos de masas un
monopolio sobre la actividad política.
En ese sentido la partidocracia, más que un gobierno de
los partidos, es un poder verdadero y propio de éstos o una expansión de sus
ambiciones de dominio. Esto implica que los partidos se convierten en
representantes de los intereses de las masas. De esa forma buscan no sólo monopolizar
al poder, sino la vida organizada de los sectores político, social y económico.
Al absorber todas las áreas de la vida pública, los
partidos tienden a convertirse en filtro de las demandas sociales y políticas
en lugar de sus portadoras; y esa eficacia política los va degenerando en
grupos de facción. Cuando esto sucede, se convierten en un instrumento de
conservación del poder y no de transformación de la sociedad. Esto los lleva a obstaculizar
todo movimiento que pueda desestabilizar los equilibrios políticos
tradicionales. Las expresiones que se ven marginadas se encuentran las de la
sociedad civil, la cual tiende a evolucionar fuera de los partidos. Tal y como
sucede con las policías comunitarias o la autodefensa en Guerrero ante la
incapacidad del gobierno de otorgar seguridad.
Según Pasquino, los partidos políticos cuentan con dos
instrumentos para mantenerse en la toma de decisiones: Primero: el financiamiento
público, especialmente cuando no se tiene un control serio y riguroso de sus
balances financieros. Segundo: la capacidad de los partidos por asignar cargos
en amplios sectores de la sociedad y de la economía. Así, cuanto más amplio sea
el ámbito de intervención de lo público en los sectores social y económico, más
numerosas serán las plazas disponibles para repartir.
Los partidos políticos, en su ámbito territorial (ya sea
nacional o estatal), deciden quiénes serán los procuradores de justicia,
también los órganos superiores del derecho (ministros), además los encargados de la transparencia, así como
representantes electorales y quienes revisarán legalmente la competencia política. Y como son los
únicos que legalmente se adjudican esas reglas de designación (a través de la cámara
de diputados y senadores) aseguran la partidocracia.
En estos días se exoneró al partido (hoy en el poder, PRI)
en el Instituto Federal Electoral porque no encontró irregularidades con las
famosas tarjetas Monex. En cambio sancionó a la coalición (PRD, PT, MC) que
obtuvo el segundo lugar. Y esto sucede por la sencilla razón de que los
integrantes del IFE o, en el caso de Guerrero, del IEEG, son representantes de
los mismos partidos políticos.
El asunto Cassez huele a una intromisión de los partidos
políticos. Hace un año era el gobierno del PAN con Felipe Calderón y no hubo
liberación de la francesa. Hoy llega al poder otro partido y los mismos
ministros la dejan libre, al parecer por una indicación del poder ejecutivo.
Ahí está latente la intromisión de los partidos políticos
en cuestiones político administrativas y en instancias judiciales.
Y tal como lo dice Pasquino la injerencia de los partidos
políticos se va a ver reflejada en asuntos económicos sólo para patentizar su
poder.
Pemex ha sido la productora de riqueza nacional. Se ha
convertido en el botín de los que han arribado a la presidencia. Y en toda su
existencia jamás se ha modernizado y no es precisamente por ausencia de
recursos sino porque ha carecido de “gente pensante”. Los beneficios del oro
negro se han dilapidado en la clase política.
México ocupa el sexto lugar como productor de petróleo en
2006, sitio que en estos últimos año no podría modificarse ya que en 2012 se
encontraron dos nuevos y grandes yacimientos.
Entonces quienes han llegado al poder presidencial han
tomado la decisión política de distribuir esa riqueza petrolera en dos ámbitos:
local y extranjero. Pemex se va a convertir en punta de lanza para consolidar
alianzas políticas, pero jamás para disminuir la pobreza o apoyar proyectos
productivos.
En política interna el PRI le va a dejar migajas al PRD
de los bienes del petróleo; en el fondo esa era la protesta perredista por
evitar la inversión extranjera. Sólo querían participar del negocio; en unos
días o semanas vamos a ser testigos del apoyo perredista al nuevo Pemex.
En lo internacional con la participación de
inversionistas extranjeros en la riqueza nacional sólo va a dar como fruto
alianzas políticas. Así que los únicos agraciados del control político
administrativo y económico son los partidos políticos. Esa es la partidocracia
que nos indica Pasquino y que se encuentra en apogeo en México.
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