Se le conoce a esta corriente
de opinión como los Chuchos porque llegaron a la presidencia nacional del
Partido de la Revolución Democrática con Jesús Ortega Martínez y le siguió
Jesús Zambrano. Su organización se hace llamar Nueva Izquierda.
Muchos perredistas consideran
a los chuchos de dudoso pensamiento de “izquierda”. Ortega Martínez se ha caracterizado por ser
un personaje pragmático de la política; negociador hábil como lo fue su mentor
Rafael Aguilar Talamantes, fundador del Partido Socialista de los Trabajadores,
quien se convirtió en comparsa del PRI.
Jesús Zambrano participó en
la política como guerrillero en la liga 23 de septiembre. Fue preso y luego
amnistiado en donde aprendió a “mercadear” con la política.
Si se toma la definición de
política como el arte del diálogo y el acuerdo para evitar conflictos, los
Chuchos están encapsulados.
Una muestra de ello es la
firma del Pacto por México que patentiza Jesús Zambrano y que ha dividido a los
perredistas.
La propuesta de los Chuchos
para conservar la dirigencia nacional
por tercera ocasión es Carlos Navarrete, ex senador. Y al igual que los
Chuchos lleva el sello de la casa, negociador.
En Guerrero, uno de los
bastiones del perredismo, Navarrete se consolida como próximo presidente
nacional, pues el Grupo Guerrero, uno de los grupos con mayor peso político, ha
decidido apoyarlo.
Su grupo local, Nueva
Izquierda, la tercera fuerza perredista, por supuesto que ha anunciado también
darle su respaldo.
La organización perredista
que ocupa el segundo sitio es Unidad de Izquierda Guerrerense que encabeza
Víctor Aguirre Alcaide, todavía no ha decidido.
Y como en política los
primeros en adhesión le corresponde los mejores espacios. En caso de triunfar,
nuevamente, los Chuchos les irá mejor a Grupo Guerrero y a Nueva Izquierda en
Guerrero.
Así Carlos Navarrete se
convertirá en el árbitro necesario para dirimir las diferencias entre Grupo
Guerrero, Unidad de Izquierda Guerrerense y el mismísimo gobernador.
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