La palabra reelección en la
política se percibe como una burla para el ciudadano común. Para quienes hacen
política profesional es un concepto que les preocupa.
México en su competencia política
ha cambiado.
En la era del partido único y
hegemónico prevalecían las circunstancias para ser candidato y luego ganador.
Se ha dicho que el presidente de
la República tenía la última palabra en la decisión de espacios políticos
(gobernadores, senadores y diputados federales). Ha sido un mito. En realidad
era un pequeño grupo de personas. La última palabra, en casos álgidos, se la
dejaban al presidente, eso sí.
Esos grupos decidían que los
dirigentes fueran candidatos y para no caer en la reelección, entonces prohibida
(y todavía porque está por aprobarse), primero eran diputados, luego senadores
y después diputados; es decir la reelección no era inmediata pero se
practicaba.
Hasta aquí era la reelección de
los políticos de partido. Y esta es la percepción social que se tiene de la
reelección política.
Es decir, no son diputados de la
sociedad sino del partido político. Es más, obedecían las directrices de su
partido. Votaban (levantaban el dedo) hacia las indicaciones del dirigente
partidario. Nunca realizaban una consulta para conocer la opinión social.
Es una losa cultural que es
necesario destruir.
Con la participación ciudadana la
reelección es simplemente un premio o castigo al político, independientemente
al partido que pertenezca. Incluso si ha cambiado de logotipo.
Si el personaje realizó un
trabajo administrativo decoroso en el puesto que ocupó y desea quedarse otro
tiempo será gratificado. Caso contrario la gente votará en contra o por otro
candidato si percibe un mal desempeño.
En los tiempos modernos aunque el
personaje sea muy estimado por su partido y éste anhele una continuación, si el
voto ciudadano no lo estima de esa manera, seguro perderá.
Pero para que éste último
escenario se cumpla es necesario que se implante la cultura de la participación en urnas.
Si la gente no acude el día de la votación,
simplemente el partido político con su estructura le dará los votos que
necesite ese candidato para conservar el puesto.
La reelección estará en la
decisión de la gente. Es, una ínfima cultura democrática electoral, pero
castiga o premia.
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