martes, 3 de diciembre de 2013

Reelección

La palabra reelección en la política se percibe como una burla para el ciudadano común. Para quienes hacen política profesional es un concepto que les preocupa.

México en su competencia política ha cambiado.

En la era del partido único y hegemónico prevalecían las circunstancias para ser candidato y luego ganador.

Se ha dicho que el presidente de la República tenía la última palabra en la decisión de espacios políticos (gobernadores, senadores y diputados federales). Ha sido un mito. En realidad era un pequeño grupo de personas. La última palabra, en casos álgidos, se la dejaban al presidente, eso sí.

Esos grupos decidían que los dirigentes fueran candidatos y para no caer en la reelección, entonces prohibida (y todavía porque está por aprobarse), primero eran diputados, luego senadores y después diputados; es decir la reelección no era inmediata pero se practicaba.

Hasta aquí era la reelección de los políticos de partido. Y esta es la percepción social que se tiene de la reelección política.

Es decir, no son diputados de la sociedad sino del partido político. Es más, obedecían las directrices de su partido. Votaban (levantaban el dedo) hacia las indicaciones del dirigente partidario. Nunca realizaban una consulta para conocer la opinión social.

Es una losa cultural que es necesario destruir.

Con la participación ciudadana la reelección es simplemente un premio o castigo al político, independientemente al partido que pertenezca. Incluso si ha cambiado de logotipo.

Si el personaje realizó un trabajo administrativo decoroso en el puesto que ocupó y desea quedarse otro tiempo será gratificado. Caso contrario la gente votará en contra o por otro candidato si percibe un mal desempeño.

En los tiempos modernos aunque el personaje sea muy estimado por su partido y éste anhele una continuación, si el voto ciudadano no lo estima de esa manera, seguro perderá.

Pero para que éste último escenario se cumpla es necesario que se implante la cultura de la participación en urnas.

Si la gente no acude el día de la votación, simplemente el partido político con su estructura le dará los votos que necesite ese candidato para conservar el puesto.


La reelección estará en la decisión de la gente. Es, una ínfima cultura democrática electoral, pero castiga o premia.

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