Con el avance de la tecnología y
su uso, a través de videos, los objetivos de la política ya no son tabú. La
política es un enorme placer, en todos los sentidos, y un negocio como se puede
constatar.
El primer video, que recuerdo con
fines políticos, es el de Aguas Blancas en donde cayó el gobernador Rubén
Figueroa Alcocer y llegó al relevo Ángel Aguirre Rivero, nuevamente gobernador
de Guerero.
No fue solamente la transmisión
de aquellas imágenes lo que hizo el cambio de gobernador en Guerrero.
En aquel entonces el presidente
Ernesto Zedillo Ponce de León ya tenía un enemigo político en la persona de
Carlos Salinas de Gortari. Y Figueroa Alcocer era un aliado incondicional del
ex presidente.
Salinas salió del país y se
debilitó Figueroa.
El segundo estruendo político de
videos fue cuando se mostró al tesorero del gobierno del Distrito Federal,
Gustavo Ponce, apostando en Las Vegas. Éste fusil era dirigido a Andrés Manuel
López Obrador.
El tercer gran campanazo de
videos políticos fue con Carlos Ahumada. Este empresario argentino grabó a
varios perredistas recibiendo enormes cantidades de dinero.
La versión del mismo Ahumada es
que el primero en conocer el contenido de las grabaciones fue Salinas. Rosario
Robles Berlanga, entonces ex presidenta nacional del PRD, acompañaba a Ahumada
a esas exhibiciones privadas.
Robles pedía venganza y Ahumada
cumplimiento a acuerdos empresariales.
De los perredistas que recuerdo
fueron ventaneados: Ramón Sosamontes Herreramoro, entonces delegado de
Iztapalapa; Carlos Imaz, dirigente juvenil del PRD; René Bejarano, líder
nacional del PRD.
Los últimos videos muestran a los
panistas en una fiesta privada, un acercamiento del hijo del ex gobernador de
Michoacán con un líder indeseado en ese estado, además de una presidenta
municipal de Pátzcuaro con otro líder nocivo.
Aunque las denuncias son
plurales, porque toca a todos los partidos políticos, el contenido más
llamativo es el de los panistas. Por lo tanto, distraen la atención del nuevo
comportamiento autoritario que se observa en el poder legislativo por parte de
quienes ejercen mayoría. Es decir, que el PRI con su ventaja no escucha
razones, sino que simplemente aplasta a sus adversarios.
Es cierto que para eso es el ejercicio
del poder, pero los priistas deben apelar al respeto de las leyes y a la
tolerancia de la reflexión.
Con esa actitud perderán
influencia en algunos sectores, tal vez, políticamente, los menos pero los de
mayor influencia.
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