Javier Saldaña Almazán renunció al compromiso de rector para competir en
la próxima contienda para el mismo cargo en la Universidad Autónoma de
Guerrero. La dimisión la hizo ante el máximo órgano de gobierno cuya
representación recae en el Honorable Consejo Universitario. La postulación para
la reelección la hizo, con anterioridad, el Grupo Universidad por Guerrero
quien agrupa al mayor número de -sino es
que a todas- organizaciones que hacen actividad política y académica en esa
institución.
En consecuencia el triunfo de Saldaña Almazán para la reelección se
encuentra garantizado; salvo que ocurra una eventualidad que, en las
circunstancias actuales en la UAGro, se ve casi imposible.
Algunos sectores, por supuesto minoritarios, sostienen que con la
reelección de Saldaña Almazán se lastima la democracia. En estricto sentido de
la definición de la democracia como la hemos entendido en todos los tiempos no
es así, ya que la democracia es la decisión del pueblo o de la mayoría.
Saldaña no se impone como lo interpretan algunos universitarios. No. En
los hechos se está sometiendo al escrutinio de todos los universitarios y sólo
ellos nos revelarán si están o no de acuerdo con la propuesta de la reelección.
Sería imposición, si Saldaña Almazán en su carácter de rector (con la fuerza
política que le da el puesto) y con el consentimiento de los grupos políticos
dijera que va a volver a ser rector. En este escenario sería evidente que
cancelaría la participación de estudiantes y empleados y por lo tanto eso no
sería democrático, sino una dictadura.
Una definición de relección en la política consiste en volver a votar a
un funcionario para que siga ocupando el mismo puesto. De este modo, los
estudiantes que es el grueso de la sociedad universitaria ratifican su confianza
en el dirigente político en cuestión y le vuelven a dar la responsabilidad de
cumplir con otro mandato.
Por otro lado, la habilitación o no de la reelección depende de la ley
orgánica universitaria. Hay que tener en cuenta que, para que exista la reelección,
tiene que haber elecciones (el mecanismo a través del cual los habitantes
emiten su voto para determinar qué personas ejercerán el poder). En una
dictadura, como la gente no elige a los gobernantes, no existe la reelección,
sino que los dirigentes asumen el poder de facto.
La locución latina de facto puede traducirse como “de hecho”, y en el
ámbito de la política y las leyes se refiere a las cosas que ocurren sin un
reconocimiento jurídico, simplemente por la fuerza.
De forma opuesta, existe la locución de iure, que sirve para describir
los acontecimientos o acciones “de derecho”. Cabe mencionar que, si bien ambos
grupos de palabras están aceptados por el diccionario de la Real Academia
Española, deben escribirse en cursiva para indicar que provienen de otra
lengua.
En un espacio democrático de régimen republicano, cada cierta cantidad
de años se desarrollan elecciones para decidir quién ocupará el cargo de
importancia. Si, al cumplir su mandato, el líder está habilitado legalmente
para volver a presentarse a las elecciones y así dar a los ciudadanos la oportunidad
de que vuelvan a votar por él, entonces su reelección es posible y legal. La
legitimidad se constatará cuando cientos o miles de sufragantes acudan a las
urnas y voten por el personaje.
Se habla de reelección inmediata para describir la acción de un
personaje que se postula a una reelección mientras todavía se encuentra en
ejercicio, buscando extender su mandato en el ciclo directamente posterior.
Dependiendo de las características de cada gobernante, esto acarrea una serie
de ventajas y desventajas. Por ejemplo, en el caso del rector que intenta
llevar a cabo una serie de reformas beneficiosas para la comunidad estudiantil,
darle más tiempo en el poder es positivo, ya que los cambios pueden ser más
profundos y duraderos.
Por otro lado, desde el punto de vista de la oposición, intentar
competir contra una campaña de reelección no es fácil, ya que la posición del
rector que intenta ser reelecto suele ser ventajosa a la hora de hacerse
propaganda. Claro que una situación del estilo puede servirles a los
adversarios para incluir en sus campañas los errores cometidos por el rector en
funciones, y también las situaciones que se den en los planos social, económico
y político durante estas fechas pueden disminuir la confianza de la sociedad
universitaria en su actual rector, echando a perder sus esfuerzos por ser
reelecto.
Los estudiosos de la materia señalan diversos factores a tener en cuenta
a la hora de evaluar los beneficios y los perjuicios de la reelección, entre
los cuales destaca el equilibrio de poderes; dada la complejidad de un mandato
rectoril, resulta muy difícil determinar si permitirle a una persona asumir el
cargo durante dos o más periodos pone en riesgo la seguridad de, en este caso,
la universidad si se atenta contra el ideal de equilibrio en la repartición del
poder.
Saldaña torció la voluntad del Consejo para reformar al Estatuto a su antojo y poner candados para solo él y nadie más que él pueda participar. Adiós democracia universitaria, hoy la UAG es apéndice del PRI.
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