miércoles, 25 de enero de 2017

Renace la esperanza de Alfredo del Mazo, Estado de México

Los caprichos de la política, dirían los iniciados en este tema. Las circunstancias, justificarían los “lobos” del poder pragmático. La política es maquiavélica expondrían los bisoños. Kafkiana la nombrarían quienes tratan de entender el comportamiento político, para enredarse y dejar en el limbo a sus lectores.

Es un acuerdo cupular explicarían los teóricos gaeteanos para revelar que el PRI se pone a la cabeza y retener la gubernatura en el Estado de México.

Y el personaje que podría quedarse como candidato a la gubernatura en aquella entidad podría ser Alfredo del Mazo, personaje plenamente identificado con el grupo Atlacomulco.

No pertenecen al equipo Atlacomulco ni Enrique Peña Nieto ni Eruviel Ávila, presidente del país y gobernador, respectivamente. Y como alguna vez lo señaló el ex gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre Rivero “no se deja de hacer política hasta que realmente se está muerto”.

Alfredo del Mazo, políticamente ya estaba muerto. Las encuestas, igual que hace 6 años, no le favorecen. Son más conocidos Carlos Iriarte, presidente estatal del PRI y Ana Laura Herrera, secretaria de Educación en aquella entidad. Ambas cartas son del grupo de Ávila y Peña Nieto.

Los priistas sostenían -y lo siguen diciendo- que su fuerza se sostiene en la unidad, se fortalece con la alianza ya consumada con el partido Verde, Nueva Alianza y un partido local. La unidad se robustece con la división del PRD y PAN, quienes no lograron la alianza política.

El PRI fortalecido por la ruptura de la oposición reinicia la discusión sobre el tema de quién será el candidato a la gubernatura. La condición para que se retirara Del Mazo fue su escasa presencia social ante la eventualidad de una coalición o alianza de la izquierda y la derecha. Pero ante un débil obstáculo partidista, es lógico que presione el grupo Atlacomulco.

Los priistas están obligados a cuidar la unidad y en este escenario podría imponerse el grupo Atlacomulco, sin que haya ruptura.

También existe la posibilidad de que priistas inconformes con “cualquier” candidato que no sea de su agrado se vuelquen a votar por otra persona registrada.


No se trata de maquivelismo ni de kafkianismos; simplemente de ver la historia política de quienes participan en estos temas.

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