David Martínez Téllez
A
Douglas MacArthur, un soldado norteamericano, héroe de, literalmente, muchas
batallas, se le atribuye la frase y volveré. Esto no le encontré en la
literatura que revisé y sí en diferentes series de televisión y películas
cuando aluden a este militar.
Recuerdo
la leyenda para referirme al regreso del PRI al poder presidencial y en ese
mismo nivel al retorno de un sistema que se pensaba superado: partido único.
Efectivamente, no es exactamente igual, pero sí muy parecido.
Lo
que observo como una restitución de aquel régimen de partido único tiene, como
todo, un origen.
El
doctor Luis Javier Garrido en su libro El partido de la revolución
institucionalizada nos dicta que México ha sido un país que desde finales del
siglo XIX optó por el capitalismo. Y en la fase conocida como Revolución
Mexicana la disputa por el poder era entre un pequeño grupo de personas.
En
ese nivel Álvaro Obregón tuvo el tino de corromper a otros liderazgos para
controlarlos. Luego con Plutarco Elías Calles acertó con la distribución de
beneficios (siempre a un reducido grupo) y, en los casos contrarios a las indicaciones simplemente
terminaban en forma trágica.
Lázaro
Cárdenas amplio lo anterior con la corporativización. Él último militar en la
presidencia se distinguió por ampliar el mandato y obligar a alternar el poder
con el mismo grupo. Los eternos aliados de ese minúsculo equipo fueron los mismos empresarios, así como
dueños de medios de comunicación y la iglesia católica.
El
placer de mandar y el privilegio del poder y sus beneficios se quedaban entre
ellos. Hasta que un personaje en la toma de decisiones quiso romper las reglas
no escritas de la política mexicana. Los demás se opusieron y lograron
quitarlo, porque si algo ha caracterizado al sistema político mexicano era
precisamente el de circular la silla presidencial entre esos grupos de poder.
Esa
ruptura entre la clase gobernante abrió la posibilidad de que llegara otro
partido político a dirigir la nación. Apenas fueron dos sexenios de ausencia y los que estuvieron en el poder,
como dijo MacArthur, regresaron y con ellos el intento del sistema que los
retuvo por décadas en el poder.
Los
neo priistas están distribuyendo los beneficios, pero ahora a un grupo un
poquito más amplio, entre los que se encuentran perredistas y panistas.
Este
es el ejemplo más evidente para corporativizar a los adversarios del PRI. El
pacto por México. En el fondo es una manera de distribuir la riqueza. Algunos
han deseado que fuera un tema parecido al acuerdo de Moncloa en España. No es
así, porque en México sólo acordaron tres partidos; en la madre patria fueron
todos los actores.
El
mismo pacto por México hizo a un lado al poder legislativo, porque repartieron
el presupuesto sin una discusión de los diputados.
Esos
tres partidos se van a enfrentar a otra minoría ubicada en el magisterio. Y eso
no es política (Ilegar a acuerdos) sino mayoritear con la ley en la mano.
El
viejo sistema ha regresado y está avasallando a otros poderes, como ha
acontecido con el judicial frente al ejecutivo; ahí está la liberación de la
francesa Cassez, quien a los primeras indicaciones del nuevo presidente ha
cambiado su orientación jurídica.
Si
con Cárdenas corporativizaron a sus amigos, hoy lo están realizando con quienes
fueron adversarios. El sistema político, al parecer, está aceitadito para que
el PRI se quede otras décadas, como en los viejos tiempos.
Los
nuevos políticos le envían a la sociedad buenos deseos, tal y como lo han
anunciado con la cruzada contra el hambre. A la clase política beneficios
reales; cuando se dirigen a la comunidad son excelentes esperanzas.
Como
dijo MacArthur, regresaron… revistaa@yahoo.com
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