Ya culminaron los juegos olímpicos en
Río de Janeiro, Brasil y parecería que terminaba el espectáculo.
Ayer los protagonistas del “chou”
fueron dos periodistas. Como si faltara un ingrediente bajo este clima de
inestabilidad que vivimos.
Usaron ambos la violencia verbal y uno
de ellos (reconoce) perdió la cordura y golpeó. Amacizó a su adversario con
tres o cuatro puñetazos.
Se trata de Alfredo Guzmán quien
escribe columna con el seudónimo Voyerista y actualmente es Secretario Técnico del Fondo de Apoyo a
los Periodistas (FAP).
El
contrincante se llama Salomón Cruz, ex dirigente de la delegación XVII del SNRP
y en esa fatídica reunión traía la representación de los grupos organizados al
FAP. Ahora se desempeña como reportero, hasta donde recuerdo, de la agencia
IRZA.
La descripción de Cruz, palabras más,
letras de menos: “me agarró con un puñetazo de frente, y luego, casi sometido
boca arriba, me tiró tres o cuatro golpes en el rostro, yo le dije ‘¿así tratas a los periodistas porque
eres funcionario?’, yo no le hice nada” –se refiere a que no golpeó, ni metió
las manos para defenderse, bueno, eso quiero pensar-.
La versión de Guzmán en las
diferencias verbales sostiene que Cruz aludió a la mamá, para que se escuchara
esa “sacrosanta palabra” derivó de que Guzmán le dirigiera que si por él fuera
Cruz Gallardo estaría en la cárcel.
El recordatorio del 10 de mayo hirvió
la sangre guerrerense de Guzmán Voyerista. Escribió en su cuenta de Facebook,
lo reconozco y acepto.
El
sitio del acontecimiento fue en las oficinas de la Secretaría de Desarrollo
Social.
El
suceso me conduce a una interrogante, es retrato de ¿“así somos los
periodistas”? Altaneros, soberbios, provocadores, violentos y “bofes”. ¿Somos
profesionales o todavía de oficio para servirle a la sociedad?
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