martes, 23 de agosto de 2016

Plagio; éste, et al

El escándalo del plagio del 30 por ciento de la tesis de licenciatura de Enrique Peña Nieto es político y no académico.

La bulla conduce a una ruptura entre la cúpula gobernante del PRI. Y sí continúa esa diferencia y se prolonga hasta 2018 daría como consecuencia la pérdida de la presidencia de este partido en el poder.

Los beneficiarios de la división priista podrían ser Andrés Manuel López Obrador de Morena o el candidat@ del PAN, o, en una de esos azares de la vida política le podría caer a quien llegara a ser candidato de unidad del PRD PAN.

Si la discusión fuera académica la responsabilidad y los calificativos recaerían en el asesor Alfonso Guerrero Martínez, actual magistrado del Poder Judicial de la Ciudad de México, por no revisar el texto con mayor atingencia.

Seamos sensatos y realistas. Por excelente académico que alguien fuera no se sabe de memoria los textos de otros autores. Un trabajo de investigación, vamos a ubicarlo de serio, por lo menos refiere 10 libros. Si son más se  complica la memoria del asesor.

Y no es que sea tramposo el sustentante, en verdad muchos tesistas plagian textos. Los más agudos meten otros términos y los perezosos nada modifican. Lo que busca el prospecto a licenciado es cumplir con la aberrante cuota de páginas.

La situación me lleva a considerar que si en al ámbito académico no nos han enseñado a pensar por si mismo, en ese nivel es que tenemos como resultado un pueblo mediocre. Somos repetidores cuando en este terreno (la educación) deberíamos fomentar la interpretación. Nos inculcan ser “los mejores”, pero la diferencia es cuando captamos querer ser “únicos”.

Pero el plagio existe en lo académico, y también en otras artes, como la literatura que tampoco escapa al robo de historias.
Arturo Pérez Reverte, escritor español tuvo que pagar a los verdaderos autores de la La Reina del Sur. La narración se hizo famosa en formato de libro y luego presentada en serie para televisión.

 El crítico literario mexicano Sealtiel Alatriste renunció a la coordinación de difusión cultural de la UNAM por plagio, no de un libro, sino de varios.

Héctor Aguilar Camín también se robó un texto sobre el asesinato de Luis Donaldo Colosio, lo tituló La tragedia. El verdadero autor se llama Pedro Ochoa Palacios y tituló su trabajo: LDC; Los días contados.

Incluso se menciona que el portugués Saramago, el famoso nobel de literatura, también parafrasea textos del escritor Teófilo Huerta Moreno.

Con esta propaganda negativa de plagio sobre la imagen presidencial mexicana va a ser difícil que, incluso, recomiende, a un sucesor en las postrimerías del cambio sexenal.


Las encuestas lo ponen que sólo tres de diez mexicanos simpatizan con la actual figura presidencial. Su partido lo golpea. La interrogantes es ¿llegará el final de su periodo?

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