El escándalo del plagio del 30 por
ciento de la tesis de licenciatura de Enrique Peña Nieto es político y no
académico.
La bulla conduce a una ruptura entre
la cúpula gobernante del PRI. Y sí continúa esa diferencia y se prolonga hasta
2018 daría como consecuencia la pérdida de la presidencia de este partido en el
poder.
Los beneficiarios de la división
priista podrían ser Andrés Manuel López Obrador de Morena o el candidat@ del
PAN, o, en una de esos azares de la vida política le podría caer a quien
llegara a ser candidato de unidad del PRD PAN.
Si la discusión fuera académica la
responsabilidad y los calificativos recaerían en el asesor Alfonso Guerrero Martínez, actual
magistrado del Poder Judicial de la Ciudad de México, por no revisar el texto
con mayor atingencia.
Seamos
sensatos y realistas. Por excelente académico que alguien fuera no se sabe de
memoria los textos de otros autores. Un trabajo de investigación, vamos a
ubicarlo de serio, por lo menos refiere 10 libros. Si son más se complica la memoria del asesor.
Y no es
que sea tramposo el sustentante, en verdad muchos tesistas plagian textos. Los
más agudos meten otros términos y los perezosos nada modifican. Lo que busca el
prospecto a licenciado es cumplir con la aberrante cuota de páginas.
La
situación me lleva a considerar que si en al ámbito académico no nos han
enseñado a pensar por si mismo, en ese nivel es que tenemos como resultado un
pueblo mediocre. Somos repetidores cuando en este terreno (la educación)
deberíamos fomentar la interpretación. Nos inculcan ser “los mejores”, pero la
diferencia es cuando captamos querer ser “únicos”.
Pero el
plagio existe en lo académico, y también en otras artes, como la literatura que
tampoco escapa al robo de historias.
Arturo
Pérez Reverte, escritor español tuvo que pagar a los verdaderos autores de la
La Reina del Sur. La narración se hizo famosa en formato de libro y luego
presentada en serie para televisión.
El crítico literario mexicano Sealtiel
Alatriste renunció a la coordinación de difusión cultural de la UNAM por
plagio, no de un libro, sino de varios.
Héctor
Aguilar Camín también se robó un texto sobre el asesinato de Luis Donaldo
Colosio, lo tituló La tragedia. El verdadero autor se llama Pedro Ochoa Palacios
y tituló su trabajo: LDC; Los días contados.
Incluso
se menciona que el portugués Saramago, el famoso nobel de literatura, también parafrasea
textos del escritor Teófilo Huerta Moreno.
Con
esta propaganda negativa de plagio sobre la imagen presidencial mexicana va a
ser difícil que, incluso, recomiende, a un sucesor en las postrimerías del
cambio sexenal.
Las
encuestas lo ponen que sólo tres de diez mexicanos simpatizan con la actual
figura presidencial. Su partido lo golpea. La interrogantes es ¿llegará el
final de su periodo?
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