Donald Trump, candidato a la presidencia de los Estados
Unidos por el partido Republicano, ha cambiado de estrategia de campaña en tres
ocasiones. Lo normal en una competencia para persuadir a un electorado. Retoma
el discurso de las promesas.
Los mercadólogos, los de verdad, recomiendan emitir palabras
dirigidas al tipo específico de auditorio en el que se presenta el candidato.
En su primera etapa, Trump, escogió una casa propagandística
que elaboró una serie de presentaciones para persuadir a los simpatizantes y
militantes del Partido Republicano. ¡Y vaya que lo logró! Se mostró como
paradigma de triunfador.
En la segunda etapa contrató los servicios de otra empresa
porque iba a comenzar el enfrentamiento político contra otro partido. Y su
público ya era heterogéneo y diverso. En lugar de mantenerse o, en el mejor de
los casos, y todavía mejor incrementar su popularidad, se fue al descenso.
En este nivel el candidato debe hacer lo que le recomiendan
sus asesores de imagen y de elaboración de discursos. El mismo candidato ha
cometido varios errores que en lugar de sumar sectores lo ha perdido. Tal ha
sido la pérdida que ha causado división entre gente importante del partido
Republicano.
Como se puede observar Trump no le ha hecho caso a sus
asesores y eso indica autoritarismo. Y para empeorar el asunto en la tercera
etapa se rodeó de amigos y hasta de su hija Ivanka, quienes carecen de
formación profesional. Y entonces…promete.
Ahora anda diciendo que va a mejorar las condiciones de los
migrantes. No sé quién le vaya a creer
del mundo latino cuando, hasta el momento, ha estado en su perfil de
restringir el tránsito de este sector a Estados Unidos. Ha sido xenófobo.
El cambio de discurso es peligroso, en un ambiente de campaña
política, porque esa imagen de hombre decidido a impedir el flujo de personas
de otros países al país poderoso le había dado buenos resultados. Es decir,
puede perder más simpatía entre el electorado Republicano.
En esencia Trump ha decidido retornar al discurso político de
ofrecer hasta el cielo con tal de ganar votos. El resultado real lo conoceremos
el 8 de noviembre con este cambio de contenido.
Trump ganó una imagen y a estas alturas de la propaganda política
ya es difícil que lo vean diferente. En el ámbito del marketing político no se
puede vender lo que en esencia no se es.
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