La confusión es mayúscula. ¿Quién es aliado del partido en el poder?
Si me amarro a la declaración de Andrés Manuel López Obrador de que
quien traicionó una posible alianza de las izquierdas, fue el PRD; en
consecuencia este partido fue aliado del PRI.
Sin embargo, percibo, como millones de mexicanos que la mejor fórmula
para derrocar al tricolor es una gran alianza de las izquierdas y lo
enterrarían -me refiero al PRI- sumando a los panistas.
Aquí expongo esta idea de suma de “todos” para arrebatarle el poder al
partido de la banderita. Muchos pueden
argumentar que los principios e ideales difieren en ese “todos”; por eso digo
que en esencia el objetivo es político. Es decir, ganar o conservar el poder.
En política son necesarias las alianzas. Se facilita obtener el
triunfo cuando se dan alianzas con “instrumentos” organizados. En el caso
mexicano con partidos políticos o con organismos que representan un interés
similar, baste citar al magisterio.
Solo o casi solo, como lo está planteando López Obrador, para competir
en 2018 es complicado y difícil que logre su objetivo de sentarse en la silla
presidencial. LO dijo que Morena sólo irá en alianza con el PT y calificó de
mercenarios a los perredistas. Hasta donde leí no hizo distinción si dirigentes
o de base de este partido.
El Partido del Trabajo en las pasadas elecciones de 2015 estuvo a
punto de perder su registro porque apenas y pudo cumplir con el 3 por ciento de
la votación que se requiere. Información periodística dio cuenta de que “alguien
le ayudó” para satisfacer el requisito. El PT carece de peso político.
No se ve una rendija para conformar un frente con ese calificativo
endosado por AMLO. Destruye desde ahora la posibilidad de una sociedad, por lo
menos, de izquierda. Y si no van juntos se desprende la sospecha de que AMLO es
quien podría estar “jugando sucio” para evitar quitar del poder al PRI.
Líneas arriba escribí que la mejor opción para conquistar el poder por
parte de los enemigos o adversarios al PRI, es una gran alianza de “todos”.
La otra alternativa, creo que de AMLO, es convencer al sector
abstencionista. Este grupo, sí mayoritario (cerca del 50 por ciento), pero que
no le da credibilidad al sistema político ni electoral. Siente y piensa que ya
todo está decidido. Que lo electoral es una farsa.
AMLO ¿será capaz de persuadir o, mejor todavía, convencer a los
abstencionistas de que acudan a las urnas? Puede ser. Sería, porque no decirlo,
un milagro.
Por el momento, el calificativo de AMLO dirigido a los perredistas me
inclinan a pensar que se están peleando, esos “todos”, por ser el mejor aliado
del partido en el poder.
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