La llegada de Agustín Basave Benítez a la presidencia nacional del
Partido de la Revolución Democrática (PRD) en México representa un cambio en la
forma de pensar en pos de luchar por el poder.
Tenía que llegarlo a conducir un personaje externo a esa ideología
(identificado con la izquierda) porque en ese partido la lucha por el poder se
centraba contra los adversarios internos y descuidaba a los externos.
La confrontación endógena perredista es intestinal y cuando se
enfrentan con los exógenos llegan agotados o divididos. Ese hábito llegó al
grado de convertirse en vicio.
La mira ya no estaba en conseguir el poder, sino en cómo agraviar
a los que se identifican con la palabra “compañero”.
La experiencia política de la izquierda en México era a través del
discurso para descalificar a los que de alguna manera estaban ubicados en el
mismo segmento del abanico ideológico.
A finales de la década de los 70 del siglo pasado la izquierda se
encontraba segmentada en más de una decena de cosmovisiones políticas. Hasta
que hubo una escisión del partido en el poder (PRI) con Cuauhtémoc Cárdenas
Solórzano y con él se logra la unificación del babor político y casi logra
ganar la presidencia en 1988.
La izquierda logra unirse con un externo y bajo esa historia es
que llega Agustín Basave Benítez –un ex priista- a la dirigencia del PRD, quien
propone como alternativa para triunfar en posiciones de poder una alianza con
el partido ideológico de la derecha (Partido Acción Nacional).
Si la democracia electoral se concretiza bajo el resultado de la
suma de votos y la unión de izquierda y derecha ofrece esa posibilidad;
entonces, Basave proyecta una coalición.
La oferta de Basave es ganar el poder; mientras que grupos
internos perredistas alcanzan a mirar privilegios políticos personales o de
grupo. No se plantean el “asalto al poder”.
La visión de algunos grupos perredistas es evitar perder
privilegios y goces que ya han conocido al acceder a la toma de decisiones. Son
timoratos. Dejan de lado la posibilidad de aventurarse a la real toma del
poder.
En este panorama no desean ser pioneros los perredistas y bajo ese
ambiente es que Basave los ha orillado a realizar alianza con el PAN o él deja
la presidencia del PRD. Algunos calificarán la posición de Basave de chantaje o
de infantilismo político.
Me inclino a pensar que Basave está proponiendo una forma real de
política para ganar. Cuestión que al parecer no están acostumbrados los
perredistas.
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