Luis
Walton Aburto se está perfilando como el personaje más atractivo para la
candidatura a gobernador, por las izquierdas.
Para
algunos puede ser muy temprano la simpatía que ha estado sembrando entre
priistas y perredistas.
Sin
embargo, en política no existen sorpresas, sólo los sorprendidos; lo que no
quisieron observar los movimientos continuos.
Aquí
va historia reciente.
Siendo
René Juárez Cisneros el gobernador (1999-2005) fue enviando a gente de su
gabinete a apoyar la precandidatura de Zeferino Torreblanca Galindo.
La
incorporación fue paulatina e intermitente. El primero en cambiarse fue Carlos
Sánchez Barrios, secretario de Desarrollo Social, quien iba a suceder a Juárez
Cisneros; un accidente le truncó el proyecto político.
El
camino fue trazado para que los demás lo siguieran. Digo, los que entendieron
el mensaje.
Así
que cada mes, con un año de anticipación, un funcionario de puesto de director
para arriba declaraba su cambio de partido.
Cuando
las encuestas publicadas por los periódicos Reforma y El Universal, en los
últimas semanas de campaña oficial ya en la disputa por la gubernatura,
informaron que el PRI (Héctor Astudillo Flores, fue el candidato a gobernador)
se había colocado por encima del PRD; muchos priistas dudaron en conmutar.
Así
que Juárez Cisneros a 7 días de del momento de la elección reforzó su mensaje
de cambio con uno de sus íntimos amigos: Héctor Manuel Popoca Boone. El argumento fue que había un plan con tintes
violentos en caso de que perdiera el PRI la gubernatura.
Juárez
Cisneros, interpreto, apoyó a Zeferino con su equipo de colaboradores, muchos
de los cuales fueron colocados en excelentes posiciones administrativas.
La
cosecha política es de paciencia. Dicen los que saben invertirle entereza.
Walton,
en este momento, asemeja a la destinatario cuando se deshoja la margarita. Un
pétalo es para el “me quiere”, y otro, “no me quiere”.
La
última reunión que sostuvo Walton fue con militantes perredistas de IDN,
quienes le ven futuro político.
Efectivamente
no son todos los de IDN, ni todos los priistas de Zihuatanejo, como tampoco
todos los perredistas de Acapulco; pero va sembrando simpatía. Poco a poco va
llenando el jarrito.
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