A partir de actos violentos en Guerrero con el incendio del
Congreso, Palacio de Gobierno, las oficinas del PRD en Chilpancingo, el palacio
municipal de Iguala se hace necesario revisar si en los tiempos actuales el uso
de esos mecanismos refuerza o debilita un movimiento político.
Las siguientes consideraciones son de una exposición de Erica
Chenoweth, doctora en Ciencias Políticas, quien luego de revisar por dos años
todas los manifestaciones políticas desde 1900 hasta 1986, llega a la
conclusión de que las protestas pacifistas activas han tenido mayor éxito que
las violentas.
Su revisión (cientos de casos) tomó en cuenta toda aquella
manifestación política con al menos mil personas.
Ella sostenía, por percepción, que el
poder reside en las armas. Que una protesta pacífica frente un poder
dictatorial, incompetente, desalmado, brutal y despiadado era una ingenuidad.
La doctora define que la no violencia o
resistencia civil como una forma activa del conflicto se realiza con protestas,
boicots, manifestaciones con el objetivo de buscar la cooperación de las masas
para el cambio.
Antes de su estudio pensaba que el
movimiento pacifista era con la finalidad de encontrar reformas en temas
ambientalistas o de género; pero NO para derrocar a un dictador, por ejemplo.
Filipinas en 1986 el poder del pueblo
derrocó a Ferdinand Marcos. Lo mismo en Serbia sobre Milosevic, el carnicero de
los Balcanes, en octubre de 2000.
El resultado de su información le ofreció
que el doble de casos de organizaciones NO violentas tuvo mayor probabilidad
(dos a uno) de triunfo que las violentas. En los últimos 50 años se han incrementado las protestas NO violentas frente a las violentas, son más comunes y exitosas. Porque, insiste la investigadora, todo reside
en el poder de la gente.
Otro dato que nos ofrece la doctora: Los
gobiernos solían preocuparse si el 5% de sus gobernados se organizara; ellos
podrían perder el mando. Ahora se sabe, de acuerdo a su estudio, que con el 3.5
de la población activa en protesta puede derribarlos.
Ese minúsculo porcentaje -3.5-,
representa, por ejemplo, en Estados Unidos 11 millones de personas.
En México
la cantidad rondaría por los 4 millones de habitantes. Lo cual abre la
posibilidad y esperanza de un cambio por la vía pacífica. Y ello se puede
concretizar, por ejemplo, si partidos de oposición se unieran, con lo cual, a corto plazo (2015) podría cambiar de partido. Pero lo interesante es que la gente podría alcanzar a comprender la fuerza de su voto.
Es decir, ya no se trata sólo de cambiar al gobernante de un partido por otro, sino de saber que la gente ha cobrado conciencia.
En realidad, sostiene la investigadora, un movimiento activo pacífico lleva años para consolidarse.
La ventaja de la actividad no violencia
es que es incluyente por género, raza, edad, partido político, clase y ambiente
urbano o rural. La violenta por su mismo comportamiento requiere de un fuerte
financiamiento y cierta formación militar.
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