En una situación tan complicada y
difícil como la que atraviesa Guerrero la única y mejor salida, luego de la
licencia del gobernador, Ángel Aguirre Rivero, era encontrar un personaje de
consenso. Lo fue Rogelio Ortega Martínez.
No era suficiente un ambiente de
mayoría-bajo el concepto de 50 más uno- porque entonces casi la otra mitad iba
mostrarse inconforme y la situación política, de por sí enconada, jamás iría a
descender.
El alto riesgo de salir divididos
en el escenario de mayoría era signo de mayor dificultad y ello desataría más
furia.
Lo que requería el nuevo
gobernador era consenso de las principales fuerzas políticas y electorales. En
política ese era la dificultad: alguien que lograra coincidencias.
Así, debería de entender la
situación Beatriz Mojica Morga. En política el resentimiento orilla a la
desesperación y ella puede presentar otros yerros.
Mojica Morga tendría que entender
que la política no implica necesariamente ganar. Sino saber que también se
pierde ganando.
Otra idea de la política es
presentar habilidad para conservar el poder y pensar fríamente que el ambiente
cambia; lo que ahorita es perjudicial al rato se transforma en benéfico o
viceversa.
Si Mojica Morga se obnubila y se
empecina en ser candidata con el argumento de que las mujeres son más de la
mitad de la población y más de la porción del 50 por ciento del padrón
electoral, lo único que provocará es una división interna en su partido para
que pierdan las elecciones de 2015.
O tal vez esa sea deliberadamente
su posición política para que triunfe el otro partido, en este caso, el PRI. Y
con ello lograr que ella conserve cierto poder, pero ya no con su partido,
porque así es la política.
De ser cierta esta última
posición, legítima en política, Mojica Morga, no podría después presumir de
congruencia política y de que las mujeres son diferentes frente a los hombres
en el quehacer político.
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