El rey Juan Carlos de Borbón abdicó a
ese puesto en España. Eso no quiere decir que termina la monarquía. Para nada.
El término abdicar nos indica que
cede o que se resigna. Es decir, Juan Carlos no quería dejar ese privilegio,
como lo señala Weber, el placer de mandar y de paso todos los privilegios
personales, porque los familiares estarán intactos.
Tampoco se deteriora ese nivel
político de monarquía, simplemente permanece por dos visiones: usos y
costumbres y la constitución. El mismo rey estableció que el trono se lo
entregará a su hijo Felipe. O como se diría entre los siglos XIV y XVIII,
porque así lo decidió Dios.
El contraste que ya estamos en el
siglo XXI y no se ve que los grupos poderosos españoles quieran cambiar.
Ante el anuncio de “ya no quiero,
porque me siento viejo”, de inmediato miles de españoles se apostaron en la
plaza principal de Madrid para exigir un referéndum y de su resultado sondear
si están de acuerdo en continuar con la monarquía o cambiar a una república.
Dos últimos acontecimientos han desprestigiado
a la familia real que, uno supondría, aceleraría la caída de la familia real.
Un supuesto fraude de la infanta
Cristina, segunda hija del rey de España, por “ciertos delitos fiscales y
blanqueo”, lo que orilló a percibir corrupción, cuyo principal sospechoso figuró
el esposo, Iñaki Urdangarin.
El otro escándalo fueron una
fotografías que “alguien” de la familia real subió a internet en donde se
muestra a un Juan Carlos o sea el rey
sonriente asesinando elefantes.
Estas son las imágenes frescas para
las nuevas generaciones y en ese sentido piden desaparecer “a esos vividores”.
A generaciones pasadas no se le ha
olvidado que Juan Carlos de Borbón fue un actor político que facilitó la transformación
de la España dictatorial a una españa con avances democráticos.
No tengo duda que millones de
españoles odian a esa familia porque vive con ostentosos lujos en comparación
con miles de jóvenes que carecen de empleo. No es equitativo la manera de vivir
de unos cuantos frente a miles. Eso lo entiendo.
Pero la política se cuece entre los
grandes grupos de poder. Y éstos no están dispuestos a quitar a esa familia.
Un rasgo de, siquiera intentarlo, se
observaría que “alguien” de un grupo
importante declarase que se va a reformar la constitución. Asunto que tampoco
observo.
El caso España es interesante para
ratificar, desde una visión politológica, que los pequeños y poderosos grupos
políticos, empresariales e ideológicos van a determinar que continúe la
monarquía. Sí, a pesar de grandes movimientos sociales de los miles y, tal vez,
millones de españoles.
Los sociológos están convencidos que
los movimientos sociales son quienes han presionado para cambiar al mundo. Los
politólogos demuestran que son un pequeño grupo los que han transformado su y
nuestro universo.
Y esos pequeños y poderosos grupos,
en Guerrero, apoyan a Luis Walton, presidente municipal de Acapulco, rumbo a la candidatura a gobernador.
Le ayudan o lo protegen -como quieran
verlo- el grupo Atlacomulco del Estado de México, a través de poder ejecutivo
federal (con la modernización urbana de Acapulco); el grupo Hidalgo de Miguel
Ángel Osorio, Chong, secretario de gobiernación (con la declaración de que ha
mejorado la inseguridad); el gobernador, Ángel Aguirre Rivero (con el apoyo de
obras en el puerto). Ahora ONGs le otorgan apoyos ya que que la asociación
civil Comunicación para el Desarrollo Humano, indica que el Ayuntamiento de
Acapulco ha obtenido una calificación de 9 en la transparencia de sus recursos.
Walton se deja querer.
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