lunes, 2 de junio de 2014

Auditoría Guerrero, crónica de una renuncia anunciada

El poder legislativo del Estado de Guerrero aprobó, el 20 de diciembre de 2010, el nombramiento de Arturo Latabán López, como Auditor General del Estado y el primero de enero (del año siguiente) entró en funciones.

Para el gobernador Zeferino Torreblanca Galindo, era su último acto trascendental de poder porque al mes exactamente (30 de enero) se celebraban elecciones. El 2 de abril toma protesta Ángel Aguirre Rivero como gobernador.

La antipatía del ex hacia el nuevo gobernador fue demasiado evidente. Zeferino ya no acudió a la toma de protesta de Ángel Aguirre Rivero. Ni siquiera institucionalmente se guardaron las formas.

En términos políticos el gobernador en turno “sugiere” al poder legislativo nombramientos que son relevantes. La Auditoría General del Estado dentro de sus funciones sabe al detalle ingresos y egresos de todas las instancias gubernamentales. Puede ocultar información financiera o puede ventilarla si desea beneficiar o denostar a un personaje político.

En ese nivel se entiende que Latabán era cercano a Zeferino y desde aquí ya estaba la renuncia anunciada.

El nombramiento de auditor es legalmente por 8 años. Es decir, que en términos de independencia política y administrativa no dependía del nuevo gobernador, sino del antecesor. Esa independencia es necesaria para ser un contrapeso político al gobierno en turno. Pero esto es una quimera, la realidad es que en política siempre existen intereses.

Latabán López si bien llenaba el perfil para desempeñarse como auditor, tampoco era lo más deseable, leamos su currículum: licenciado en Derecho y dos diplomados en Contabilidad Gubernamental. Eso fue todo. Ah, y varios cursos con duración de meses. Es decir, si se actualizaba pero no se preparaba. Entonces, hacía política.

Por ejemplo, priistas se inconformaron del papel de Latabán López porque encubría cuentas de presidentes municipales de filiación perredista.

Hace unos meses Latabán López se enfrascó en un pleito político con Elías Cuauhtémoc Tavarez Juárez, un subauditor porque, según éste último, no le dejaba ejercer sus funciones. Lo cierto es que ya estaba echada la suerte de Latabán López. Les estorbaba.

Latabán se va por presiones, el indicador fue su renuncia.

El gobernador ni la nueva legislatura podían abiertamente quitar a Latabán López porque era enviar una imagen de autoritarismo.

Llama la atención que en la negociación política se fueron todos. Zeferinistas, priistas y perredistas. Para que fuera parejo. Se fueron en bloque. Me imagino que les doraron la píldora que lo hacían por “dignidad”, tema que en política vale un cacahuate.

Lo real es que dejaron el camino libre para que llegue la gente del gobierno de Ángel Aguirre Rivero, tema en donde los priistas también presienten esta decisión y ya han manifestado su descontento. En realidad exigen que les den espacios en la auditoría.

Lo que nunca sabremos es cuánto le dieron a Latabán López por su renuncia. Como tampoco conoceremos los gastos del gobernador (porque se cuenta que fue la gota que derramó el vaso al filtrar la información a su ex jefe político) y de algunos presidentes municipales.

La moneda de cambio fue opacidad por una cantidad de dinero. Por supuesto esto es una deducción.


 La otra duda es si el próximo auditor sí va a durar los 8 años, ya que su encargo es transexenal.

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