El poder legislativo del Estado
de Guerrero aprobó, el 20 de diciembre de 2010, el nombramiento de Arturo
Latabán López, como Auditor General del Estado y el primero de enero (del año
siguiente) entró en funciones.
Para el gobernador Zeferino
Torreblanca Galindo, era su último acto trascendental de poder porque al mes
exactamente (30 de enero) se celebraban elecciones. El 2 de abril toma protesta
Ángel Aguirre Rivero como gobernador.
La antipatía del ex hacia el
nuevo gobernador fue demasiado evidente. Zeferino ya no acudió a la toma de
protesta de Ángel Aguirre Rivero. Ni siquiera institucionalmente se guardaron
las formas.
En términos políticos el gobernador en turno “sugiere”
al poder legislativo nombramientos que son relevantes. La Auditoría General del
Estado dentro de sus funciones sabe al detalle ingresos y egresos de todas las
instancias gubernamentales. Puede ocultar información financiera o puede
ventilarla si desea beneficiar o denostar a un personaje político.
En ese nivel se entiende que Latabán
era cercano a Zeferino y desde aquí ya estaba la renuncia anunciada.
El nombramiento de auditor es legalmente
por 8 años. Es decir, que en términos de independencia política y
administrativa no dependía del nuevo gobernador, sino del antecesor. Esa
independencia es necesaria para ser un contrapeso político al gobierno en
turno. Pero esto es una quimera, la realidad es que en política siempre existen
intereses.
Latabán López si bien llenaba el
perfil para desempeñarse como auditor, tampoco era lo más deseable, leamos su
currículum: licenciado en Derecho y dos diplomados en Contabilidad
Gubernamental. Eso fue todo. Ah, y varios cursos con duración de meses. Es
decir, si se actualizaba pero no se preparaba. Entonces, hacía política.
Por ejemplo, priistas se
inconformaron del papel de Latabán López porque encubría cuentas de presidentes
municipales de filiación perredista.
Hace unos meses Latabán López se
enfrascó en un pleito político con Elías Cuauhtémoc Tavarez Juárez, un
subauditor porque, según éste último, no le dejaba ejercer sus funciones. Lo
cierto es que ya estaba echada la suerte de Latabán López. Les estorbaba.
El gobernador ni la nueva
legislatura podían abiertamente quitar a Latabán López porque era enviar una
imagen de autoritarismo.
Llama la atención que en la
negociación política se fueron todos. Zeferinistas, priistas y perredistas.
Para que fuera parejo. Se fueron en bloque. Me imagino que les doraron la
píldora que lo hacían por “dignidad”, tema que en política vale un cacahuate.
Lo real es que dejaron el camino
libre para que llegue la gente del gobierno de Ángel Aguirre Rivero, tema en
donde los priistas también presienten esta decisión y ya han manifestado su
descontento. En realidad exigen que les den espacios en la auditoría.
Lo que nunca sabremos es cuánto
le dieron a Latabán López por su renuncia. Como tampoco conoceremos los gastos
del gobernador (porque se cuenta que fue la gota que derramó el vaso al filtrar
la información a su ex jefe político) y de algunos presidentes municipales.
La moneda de cambio fue opacidad
por una cantidad de dinero. Por supuesto esto es una deducción.
La otra duda es si el próximo auditor sí va a
durar los 8 años, ya que su encargo es transexenal.
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