viernes, 6 de noviembre de 2015

Marcelo Ebrard, el carnal incómodo

El exalcalde de la ciudad de México, Marcelo Ebrard Casaubón, en alguna ocasión considerado uno de los mejores políticos y administrador del mundo, no puede regresar al lugar que gobernó.

La estrella política, en estos momentos se opaca. Ebrard, hace dos años, era tan popular que pudo haber sido el candidato a la presidencia por el partido de la izquierda mexicana con las siglas PRD.

Algunas encuestas lo consideraban como el hombre mejor posicionado en las preferencias sociales; algunos políticos del partido opositor (hoy ganador de la presidencia, PRI) le tenían admiración y respeto. Lo consideraban un digno adversario.


Luego se supo que en una reunión privada entre Marcelo y Andrés Manuel López Obrador concluyeron que era mejor AMLO que Ebrard para enfrentar a Enrique Peña Nieto.

López Obrador consiguió un millón más de votos en comparación con 2006; no le fue mal y siempre va a quedar en la mente “y sí hubiera sido Marcelo”.

De la popularidad al destierro voluntario.

Marcelo puso sana distancia al irse conociendo el gasto infructuoso de la línea 12 del Metro de la ciudad de México. Se fue, primero de vacaciones y luego se quedó a vivir en Francia.

Había señalamientos de corrupción pero no alcanzaban a Marcelo; éste interpuso un amparo contra todo: el pasado, presente y futuro de sus actividades. Hasta contra el chikunkunya, se bromeó.

Legalmente está protegido; pero políticamente quién sabe… Simplemente no puede pisar el país que lo vio nacer y menos la ciudad que alguna vez dirigió.

Buscó fuero político como diputado federal plurinominal y el Trife se lo negó. Estaba desprotegido y puso pies en polvorosa.

Hasta la naturaleza se opone a Ebrard. Las recientes lluvias reblandecieron algunos terrenos en la zona privilegiada con el nombre de Santa Fe. Y al parecer, en la administración ebrardista se permitieron los permisos para construcción en un lugar débil o no apto para edificar.

Marcelo, en este momento tiene todo en contra. Y como en política nada está muerto –hasta que realmente deja de respirar físicamente- no sería extraño que en algunos años Marcelo Ebrard resurja de estas cenizas.

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