Por lo menos dos líderes de corrientes políticas consideran que
Ángel Aguirre Rivero, ex gobernador de Guerrero, es el dirigente formal de este
partido.
Uno de ellos es Víctor Aguirre Alcaide y el otro es el diputado local
Sebastián de la Rosa Peláez.
El primero, en estos días “subió” a su muro de Facebook, una
fotografía junto al político, ex priista y ahora perredista. Al pie de la
imagen escribió Alcaide que platicaron sobre diversos temas para el desarrollo
del Estado. Entre ellos, supongo, política.
De la Rosa Peláez, en una entrevista periodística, declaró que
Aguirre Rivero podría ser un candidato para presidente municipal de Acapulco.
Las expresiones se conocieron en tiempos y por supuesto lugares diferentes.
Las consideraciones dan como resultado que los perredistas han sido
incapaces de formar sus propios cuadros. Por lo tanto tienen que recurrir a
personajes que sí saben hacer política.
Sin embargo, la idea que se tiene del ex gobernador es que fue
responsable de los acontecimientos de la desaparición de los 43 normalistas de
Ayotzinapa. Hasta el momento no se ha demostrado ningún vínculo, pero la
percepción social se inclina a defenestrarlo.
Por lo menos éstos dos perredistas, líderes de dos corrientes de
opinión internas del perredismo, saben que Aguirre Rivero es un hombre que sabe
hacer política y por eso conserva relaciones que le podrían llevar a ganar el
puerto, donde, por lo menos, De la Rosa lo postula.
Aparte de que el PRD no ha formado sus propios cuadros; el hecho
de nombrar a Aguirre Rivero, a pesar de lo que se diga de él, es que carecen de
una personalidad o liderazgo que los pueda aglutinar. Su diversidad en lugar de
transformarse en riqueza es síntoma de debilidad.
Cada corriente perredista es altamente autónoma. Todos se sienten
líderes; sin la capacidad de ofrecer nuevas ideas para agruparlos y poder
conseguir mejores espacios políticos. Eso es lo que ven en Aguirre Rivero, un
ente superior.
Si partimos de la idea de que la sociedad está más informada, Aguirre
Rivero nada tendría qué hacer en cualquier espacio que quisiera participar. La
comunidad tendría que socavarlo.
Dos liderazgos del perredismo, y que han aprendido a sobrevivir en
este marasmo, se inclinan con fervor por Ángel Aguirre Rivero. Algo sabrán o
estos perredistas con su colmillo (ya retorcido) huelen que el ex gobernador
los podría salvar.
Aguirre Rivero, de acuerdo a las expresiones de dos perredistas, sería
algo así como el vórtice del perredé guerrerense.
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