Cada partido mostró su bíceps. Uno sábado
y otro domingo. Para un servidor, empatados. Cada simpatizante dirá que su
partido llevó más gente. Cuestión de gusto.
Lo cierto es que unidos o juntos son una
fuerza de respeto. Separados le arrebata el triunfo otro partido.
Los perredistas lo saben porque han
vivido en carne propia la división interna en, por lo menos, tres municipios
trascendentales en diversos momentos: Acapulco cuando les ganó Manuel Añorve;
Iguala con el triunfo de Esteban Albarrán Mendoza (agregarle el caso de los 43
desaparecidos), Zihuatanejo con Alejandro Abarca.
Con sus conflictos los perredistas se hicieron
trizas.
En Guerrero miles de los que eran
perredistas se pasaron a Morena. Mas la gente que logró persuadir López
Obrador, fortalecieron a este joven partido. En esencia son los mismos
liderazgos con Morena, con otra base.
En política es vital la estructura,
personas que han conservado lealtades. Que han distribuido beneficios. Eso lo
vimos el fin de semana cuando cada corriente de opinión del partido PRD convocó
a sus huestes en diferentes sitios de Chilpancingo.
Es cierto, los perredistas muestran
diversidad ideológica y eso es una riqueza en los debates; pero también es
debilidad cuando los acuerdos finales son violados por alguna de las partes. No
han aprendido a ser institucionales.
Morena tiene un gran líder, no se puede
ocultar y este tipo de liderazgos (único) le otorga robustez política tanto al
partido como a quien se asume como dirigente. Se hace lo que el señor diga.
Esta situación de decisión vertical lo
hemos vivido con el sistema de partido único y hegemónico con el PRI. Y esto,
¡que contradicción!, le dio estabilidad a un país durante más de 70 años.
Estamos a punto de retornar a una etapa que creíamos superada.
Sin embargo, momentos históricos se
repiten y si así lo quiere la gente, pues habría que aceptarlo.
En el escenario autoritario no hay
discusión, y mucho menos debate, por lo tanto mina la participación de ideas.
Tampoco habrá reflexión.
No solamente están en juego, en una
mezcla de las izquierdas, diferentes posiciones políticas, sino que la riqueza
de la diversidad, de conocer otras posiciones políticas, otros puntos de vista.
Repensar, volver a reflexionar. A lo
mejor es lo que requiere este país. Uno que nos diga qué se tiene qué hacer,
que se incremente la flojera a pensar de otra manera.
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