La única liga que ata a los perredistas es haber conocido los
placeres del poder. Y esa es la garantía de su asociación. Los líderes saben de
esos asuntos; sin embargo, no han persuadido a miles de sus simpatizantes.
En ese afán de conservar privilegios es que se han reducido de 6 u
8 corrientes de opinión a dos grandes grupos en búsqueda de la candidatura a
gobernador: Uno sería el grupo del gobernador y el otro de Grupo Guerrero-Nueva
Izquierda.
En el primero estaría, obviamente el mandatario junto con
Izquierda Democrática Nacional de René Bejarano y Unidad de Izquierda
Guerrerense de Víctor Aguirre Alcaide.
El otro frente sería Grupo Guerrero de David Jiménez Rumbo y Nueva
Izquierda encabezada por Sebastián de la Rosa Peláez y Bernardo Ortega Jiménez.
Desde el punto de vista politológico esa reducción es aceptable ya
que sus diferencias llevan a dos visiones.
La conformación de esos dos grupos también se tiene que observar
con alianzas de grupos en el poder. Unos
con Cuauhtémoc Cárdenas y, otros los con Chuchos, intramuros; también existe
relación con el poder ejecutivo y quien se percibe “alguien” detrás del trono,
extramuros.
El grupo aguirrista con Cárdenas y el Grupo Guerrero-Nueva
Izquierda con los Chuchos (esto no es nuevo pero hay que anotarlo).
Las alianzas de uno y otra corriente se encuentran conectados con
los priistas. Los aguirristas (para identificarlos en una palabra) con el poder
ejecutivo y los chuchistas locales junto con Grupo Guerrero aliados con Carlos
Salinas de Gortari. ¡Increíble! Pero así es la política.
Ese pleito de EPN y CSG también se observa en Michoacán con el
secretario de gobierno Jesús Reyna, quien al parecer es respaldado por CSG.
Habría que acordarse que a Fausto Vallejo lo enfermaron para quitarle la
gubernatura y Reyna fue gobernador interino.
Además el discurso que emitió ayer Peña Nieto no deja dudas de su
protección a Fausto Vallejo.
Para dividir aún más a la izquierda se puede deducir que AMLO es
aliado de CSG. Históricamente Salinas ha odiado al PRD, quien casi le arrebata
la presidencia. Así que para destruirlo tenía que utilizar a “alguien” de sus
propias entrañas.
Para que los perredistas, en este caso liderazgos, conserven sus
emolumentos, tendrían que apoyar a Morena. O, con el mismo objetivo de mantener
el placer del poder, salir unidos y esa unión tendría que ser como diga el
mandatario. Para enfrentar a Morena.
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