Guardadas las enormes proporciones
comparo el acuerdo de paz al que llegaron la guerrilla y el gobierno colombiano
para encontrar la tranquilidad con la CETEG y el gobierno estatal.
Juan Manuel Santos, presidente de
Colombia, logró un reconocimiento a nivel internacional con el Nobel de la Paz.
Héctor Astudillo Flores, gobernador de Guerrero no logrará un agradecimiento de
aquel calibre, pero sí quedará en la memoria que el gobierno de este momento es
quien logra llegar a acuerdos. Astudillo hizo política de alto nivel al buscar
y concretar una negociación para evitar más conflictos.
La política valiosa la que perdura, es la
de estatura, la que establece miras de largo alcance para encontrar la armonía.
Si en Colombia se tardaron 50 años,
Astudillo tuvo que negociar con la parte disidente del magisterio durante un
año. Insisto, guardadas las proporciones, el tiempo es relativo, lo
trascendente es el objetivo sintetizado.
Pero así como se reconoce la disposición
de la guerrilla a dejar las armas, también es vital agradecer la nueva postura
de los maestros y alejarse de acciones radicales y hasta exageradas, como esa
de cerrar centros comerciales.
El hecho simbólico de entregar lo que
fueron las oficinas centrales de educación, mejor conocidas como ex Ineban, las
cuales estuvieron tomadas durante más de año y medio, es insignia de
negociación política con la dirigencia de los maestros, no con la base.
Para llegar a la anterior conclusión
transcribo las declaraciones inverosímiles y contradictorias del dirigente de
la CETEG, Ramos Reyes Guerrero luego de la entrega del inmueble, publicadas en
Novedades Chilpancingo (Sección DCH1 y siguiente) del viernes 14 de octubre de
2016, a la letra dice la nota informativa: “…Ramos Reyes Guerrero refutó (se supone que la
entrega del ex Ineban) y abundó: Tengo la determinación de los compañeros en la
asamblea estatal representativa que son los que deciden si se entrega o no, se
estuvo manejando en los medios que eran órdenes mías, no es así: desmentimos y
nos deslindamos de esta entrega, continuaremos con nuestra protesta”.
Agregó “es una falta de respeto esta
entrega, que desconozco quién la hizo, pues para todos nuestros compañeros son
acciones políticas que tratan de dividir y desaparecer a la CETEG”. Reconoció
“por el momento que deja el edificio y la avenida Ruffo Figueroa abiertos, pero
las acciones de protesta continúan”.
Como aprendiz de político Ramos Reyes
cantinfleo la innegable entrega, tanto del edificio como de la avenida. Primero
niega y luego acepta que ya dejaron el inmueble. En su mismo discurso
contradictorio Reyes Ramos declara que no fue una idea de él (entregar el
edificio), sino de la asamblea, cuando se sabe, en términos políticos, que las
dirigencias buscan la manera de persuadir o convencer a los agremiados. Entre
líneas Ramos Reyes indica que ya había acuerdos.
A quien le corresponde ofrecer las
soluciones del conflicto magisterial es a la dirigencia de los maestros. No es
al gobierno. Ellos fueron los que movilizaron a cientos o miles de profesores
para cambiar la reforma educativa, porque la calificaron de punitiva y atentaba
contra la educación gratuita.
A los maestros disidentes les debería
interesar cómo quedó la negociación. Si en verdad les van a quitar el empleo y
las pensiones; si los van a contratar por años y no de por vida. Si los padres
de familia van a pagar los servicios o el mantenimiento y (se dijo) los sueldos
de los maestros.
Para métodos propagandísticos los
dirigentes calificaron a la Reforma Educativa de punitiva. Y ¿ahora qué les va
a decir a sus agremiados? Y ¿qué nos dirán a los medios de comunicación? Porque
como opinión pública tenemos derecho a conocer cuáles fueron los acuerdos a los
que llegaron los maestros.
Ante el silencio espectral de estos días
(porque se atraviesa el fin de semana) abre la posibilidad de múltiples
interpretaciones y la que me queda es la negociación sólo a favor de la
dirigencia.
¿Habrán negociados mejores categorías
para ellos (dirigencia) y para sus allegados o familiares? Incluso la posibilidad
de que sólo a ellos no les llegue la Reforma Educativa, es decir, que se les
respete su longevidad como empleados y hasta no evaluarlos? También se puede
pensar que decidieron tomar el dinero que es común se les ofrece en este tipo
de arreglos?
Esa afonía da para comentar que el
movimiento nunca buscó una real reforma educativa, sino simplemente obtener el
apoyo de sus agremiados para que dirigentes “hicieran su agosto”.
No ganó la sociedad, ni tampoco la
educación laica, gratuita y obligatoria; ganaron los dirigentes del movimiento
magisterial.
Conclusión: movimiento político.
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