La historia política indica que un ambiente de
ingobernabilidad lo provoca un enfrentamiento entre la verdadera clase política
de talla nacional. En Rusia los burgueses se fueron contra los zaristas por el
control de tierras. En Inglaterra se encontraron los poderes del Rey frente a
los del parlamento, cada cual deseaba quedarse con los impuestos. En Francia la
monarquía frente a burgueses por el control del poder de este país; bajo un
contrato (Constitución) para darle esperanzas a una comunidad e indicarle cómo
llegar al poder. En México, con la etapa de la Revolución Mexicana es evidente
esas pugnas por el control político. En todos esos escenarios se ha utilizado a
sus habitantes para lograr que uno de los grupos de poder gane. O ¿acaso sus
pobladores se encuentran en mejores condiciones?
La sociología predica que los cambios del mundo provienen de
movimientos sociales. Mientras que la política señala que las transformaciones
se suceden por las diferencias de la clase política. Dos visiones que se
encuentran en constante debate.
Me he inclinado por tratar de demostrar que la ruptura de la
coalición gobernante es lo que provoca desde movimientos sociales, pasando por
revoluciones, hasta guerras mundiales. En esencia son intereses económicos.
Las teorías políticas son estas: Gaetano Mosca, Vilfredo
Pareto, Robert Michels, C. Wright Mills, Luis Javier Garrido, quienes en
diferentes países y épocas, a través de sus estudios, coinciden en que un
reducido grupo de personas son quienes tienen poder y cuando saltan las
discrepancias devienen los conflictos.
Luis Javier Garrido con su libro La Revolución
Institucionalizada, sólo en el prólogo, insiste que los cambios efectuados en
México antes y durante la Revolución Mexicana fueron por divergencias entre los
poderosos. Unos poquitos.
Para reforzar lo anterior, está por aparecer, un libro sobre
la Revolución Mexicana en la Costa Grande, coordinado por el doctor en
Historia, Jaime Salazar Adame, en donde los colaboradores nos indican que uno o
dos líderes en cada municipio eran quienes controlaban su territorio y se incorporan
a la lucha en aras de proteger su patrimonio. Sus soldados son el capataz,
caballerango y los trabajadores del rancho.
Todo lo anterior lo apunto para fundamentar que no puede
darse, en este momento, en el Estado de Guerrero, una ingobernabilidad porque
en esencia no ocurre un pleito de grandes dimensiones entre la clase
gobernante.
Ni siquiera los partidos de oposición, como el PRD y PAN, se
encuentran en esa perspectiva de “una desaparición de poderes” en esta entidad.
Los ata el pacto por México.
Lo que estoy diciendo es que el movimiento social que se
está dando (entre maestros, padres de familia y policías comunitarias), y aún
fortaleciéndose, no va a derribar a un gobierno. Insisto, la historia política
ha demostrado que la ingobernabilidad estalla entre los verdaderos actores con
peso nacional.
El gobierno, aunque no se quiera reconocer por parte de
profesores y personas simpatizantes de su movimiento, con el uso de la fuerza
pública realizó un repliegue el pasado viernes 30 de marzo frente a maestros
que obstaculizaban la autopista del Sol. Claro que hubo lesionados y
encarcelados, pero el saldo, ni modo, fue menor de lo que se esperaba.
Aquí anoto dos momentos en donde cayeron dos gobernadores,
para reforzar la hipótesis. La caída del general Raúl Caballero Aburto (1960) y
la de Rubén Figueroa Alcocer (1996) obedecieron a intereses políticos de
personajes ubicados en un plano nacional.
En el primer episodio fue Donato Miranda Fonseca, entonces
secretario de la presidencia con Adolfo López Mateos, quien ansiaba la
gubernatura. Alimentó a algunos sectores en Chilpancingo y Acapulco para
desestabilizar al gobierno, lo que provocó la caída de Caballero Aburto.
La posición de los sociólogos es que fue el movimiento
social quien provocó la salida de Caballero Aburto. Y sin demeritar ese punto de
vista, tenía que ser con un movimiento social para justificar la ingobernabilidad, pero provocado; ojalá y hubiera sido con conciencia. El libro de Héctor Contreras Organista con entrevistas a diferentes
líderes de aquellos sucesos, coinciden en que fue un movimiento espontáneo y
los que hoy se dicen líderes, simplemente han lucrado con aquellos sucesos.
El segundo fue el pleito político entre Carlos Salinas y Ernesto
Zedillo Ponce de León. Salinas deseaba continuar en el poder y le impusieron a
Zedillo. Consecuencia rompimiento y caída de Figueroa porque éstos y los
Salinas son familias entrañables.
En el caso Guerrero, en este momento, el único actor que
podría promover la ingobernabilidad sería Manlio Fabio Beltrones, con su peso
de líder en la Cámara de Diputados. En Guerrero, su ahijado político, Manuel
Añorve Baños. Por supuesto es una deducción de lo que he tratado en este
escrito.
Así como los periodicazos matan moscas. En los movimientos
sociales, como el que estamos presenciando, junto con otros organismos “de
vanguardia” como ONG y sectores “sociales”
se benefician en la mesa de negociaciones, pero tampoco derriban gobiernos.
El rumor de que pide licencia o cae el gobierno de Aguirre,
provino, en primera instancia de la Conago, hace como un mes; y se está
repitiendo en la Cámara de Diputados. Aquí es más claro quien domina ambas
instancias. Es necesario recordar que el gobernador de Guerrero y el líder de
los diputados se enfrascaron en diferencias a través de los medios de
comunicación. revistaa@yahoo.com
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