Una de las aristas, más comentadas, por
los recientes cambios en el gabinete de Enrique Peña Nieto es que su grupo
desea colocar a uno de sus personeros como candidato a la presidencia.
En la época moderna quien ha logrado
poner a su alfil en la candidatura y luego ganar la presidencia ha sido Miguel
De la Madrid Hurtado con Carlos Salinas de Gortari.
Ellos rompieron una de las reglas de la
política mexicana: que en el siguiente sexenio llegara alguien distante del
equipo que ganó la presidencia.
El acuerdo al que llegaron los grupos
priistas de alguna manera era garantía del concepto no reelección.
La palabra, incluida una filosofía
política, en los hechos dio estabilidad a todos los que deseaban la
presidencia. Entendían que en un futuro les podría “caer” el poder.
La historia del poder en México yacía en
una persona. Desde los aztecas, luego el imperio español, para llegar con
criollos y en consecuencia dos dictaduras; una con Benito Juárez (15 años) y
después con Porfirio Díaz (30 años).
Esta característica de la autocracia dio
origen a una revuelta, identificada como revolución mexicana, donde nadie tenía
el ejercicio del poder y para tranquilizar el ambiente se echó mano de la
dureza con Plutarco Elías Calles, quien repitió el esquema absolutista.
La tranquilidad hacia los grupos que
hacían política en México la concretó Lázaro Cárdenas del Río, quien selló que
en la sucesión no debería quedar otro miembro del grupo que dejara la presidencia.
Quien rompió el acuerdo fue Miguel De la
Madrid al impulsar a Carlos Salinas de Gortari. Por eso se da la gran escisión
de la coalición gobernante con Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, hijo de quien
había creado la alternancia o rotación entre el grupo de poder.
Con cuestionamientos gana Carlos Salinas
en 1988 y esa ruptura marca el principio de la alternancia política en México
que se concretiza en el 2000.
Pero antes se da otro suceso trágico, los
magnicidios de Luis Donaldo Colosio Murrieta y de José Francisco Ruiz Massieu,
los asesinan los adversarios porque Salinas quiso ser el gobernante tras el
trono. Intentó un salinato.
Salinas se exilia en Cuba (¿?) y Suiza;
regresa al país en 2012 para ganar la presidencia en la figura de Enrique Peña
Nieto. Sostengo que desde hace un año mantienen diferencias entre el poder
ejecutivo y su creador.
Menciono un signo concreto de esas
contradicciones. Carlos Slim, socio o prestanombre de Salinas, de acuerdo a la edición reciente
de la revista Forbes, ya no ocupa los primeros lugares entre los hombres más
ricos del mundo.
Descendió del uno o dos al séptimo. Es decir, el gobierno federal que encabeza Enrique Peña Nieto le ha negado contratos de construcción, una de las partidas más jugosas del presupuesto.
Descendió del uno o dos al séptimo. Es decir, el gobierno federal que encabeza Enrique Peña Nieto le ha negado contratos de construcción, una de las partidas más jugosas del presupuesto.
En los últimos dos años he tratado de
documentar las diferencias políticas entre Carlos Salinas de Gortari y Enrique
Peña Nieto y el descenso en la lista Forbes de Slim es otro signo de
distanciamiento. Salinas construyó la candidatura de Peña Nieto y lo hizo
ganar. Peña es el poder político y Salinas es el rey tras el trono. Quien
aporta un dato sobre la influencia de Salinas en la política es Andrés Manuel
López Obrador cuando señala que él debatirá con el “jefe de la mafia”; AMLO
sabe de los triángulos de la política real.
En estos días se han anunciado cambios en
el gabinete, con lo cual ofrecen lecturas políticas, la más directa es la
carrera por la presidencia. En donde Peña Nieto intenta colocar a su alfil para
que se convierta en candidato.
Luis Videgaray, si lo dejan participar
como candidato a gobernador en el Estado de México, donde Alfredo del Mazo Maza,
es el personaje con mayor presencia y además representa directamente los
intereses del grupo Atlacomulco.
Es decir, no es sencilla la participación
del ex secretario de Hacienda en el territorio que ocupa el segundo sitio en
importancia electoral.
Se supone que si gana Videgaray,
partiendo del escenario candidato y luego ganador en el Estado de México, va
directo a convertirse en aspirante a la presidencia. Esta descripción dibuja a
un alfil de Peña Nieto. Complicado pero está la posibilidad.
Quien podría convertirse en el otro
candidato a la presidencia es Luis Enrique Miranda, deja la subsecretaría de
gobernación y lo meten a acercarse con el pueblo a través de Sedesol.
Como subsecretario se caracterizó por ser
un negociador, era quien representaba los intereses del gobierno federal y en
concreto del poder ejecutivo federal. Si bien no ha sido un político político,
en esta posición tuvo la oportunidad de aprender.
Miranda, ahora, posee dos cualidades de
las cuales carece Videgaray o José Antonio Meade Kuribreña, actual secretario
de Hacienda. Sin embargo, Meade se ha convertido en el caballo negro de la
aspiración presidencial.
Meade no es del grupo cerrado de Peña,
pero su posible designación le obligaría a proteger a su antecesor
(evidentemente si gana). Así como Miranda viene “a darse baños de pueblo” en su
nueva encomienda, Meade ya lo hizo, con la ventaja de que ha demostrado ser un
buen secretario de Hacienda. Su perfil se inclina más a la tecnocracia,
requisito indispensable en un ambiente de crisis económica mundial.
Meade sería el as bajo la manga si los
otros grupos se oponen a que Peña Nieto intentara jugar a la grande con
Videgaray o Luis Enrique Miranda o el gris oxford de Aurelio Nuño Mayer.
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