El uso de la violencia legal, se estipula
en las leyes, es utilizada por el Estado o sus representantes que se encuentran
en el gobierno.
Se debe utilizar a las fuerzas armadas
cuando está en riesgo la estabilidad, paz y tranquilidad de una nación o de sus
gobernados.
De lo anterior se desprenden
interpretaciones varias. La redacción de la legislación es amplia, muy general.
La que todos aceptan es cuando se
entiende que va a suceder una invasión. Cuando existen conflictos internos es
cuando se presentan disquisiciones.
Para evitar ese tipo de conflagraciones,
como las guerras, es que se practica la democracia. Una manera pacífica de
disputar el dominio.
Las diferencias, en una democracia, se
revelan en los discursos y con mayor ahínco en los debates. El medio es la
persuasión para convencer al mayor número de electores.
El uso de la violencia la entiendo como
un método para intimidar al adversario o enemigo.
Un procedimiento, intermedio, entre
violencia y democracia es la maledicencia, cuyo objetivo busca la
desacreditación. Y digo entreacto porque alimenta el odio y éste a su vez el
fanatismo.
La insidia fue la estrategia que se
utilizó durante le época de las monarquías. No existía otra maniobra para desprestigiar
a quien estaba en el poder, pues éste, se decía, lo otorgaba Dios.
La calumnia, como treta política, se ha
conservado en estos tiempos democráticos, pues lo que se busca es persuadir a
muchos, los que van a las urnas para elegir al nuevo gobierno.
Entonces lo que habría que desterrar en
estos tiempos democráticos es la mentira.
El otro impedimento para avanzar en la
decisión de la mayoría es que algunos grupos de poder siguen utilizando la
violencia, como ya lo escribí, para intimidar a los demás.
Aplican la violencia para conservar el
poder.
Ejemplifico: hace dos años, precisamente
en septiembre Ángel Aguirre Rivero, gobernador de Guerrero, por segunda ocasión,
había ganado elecciones internas en su nuevo partido, el PRD. Usó el poder que
le otorgaba ser gobernador; era inconcebible que el mandatario pudiera ganar
una elecciones internas cuando apenas había llegado a esta institución.
Aguirre logró controlar al PRD y tenía en
sus manos al gobierno; causó estupor cuando comenzó a impulsar a su hijo como
candidato a presidente municipal de Acapulco. Conclusión iba a dominar la
entidad. Y eso no lo iban a permitir sus adversarios y menos sus enemigos.
A finales de ese septiembre sucede la
desaparición de 43 normalistas en Iguala y la posibilidad de que hayan sido
incinerados. Con ello devino la inestabilidad y luego la caída de Aguirre
Rivero.
Recientemente en Charlotte, Carolina del
Norte, asesinaron a un joven de color a manos, se dice, de la policía. Lo que
llama la atención es que el gobernador de este territorio es miembro del
Partido Republicano y fue alcalde de aquella ciudad.
El candidato a la presidencia de Estados
Unidos, Donald Trump, se presentó en el lugar de los acontecimientos,
evidentemente para defender al gobernador de su partido.
Me pregunto: asesinan a un negro y los
responsables políticos son de un partido determinado. En medio de una
elecciones muy competidas o cerradas. ¿Habrá sido provocado? Además este tipo de sucesos (golpear a negros) se están repitiendo.
Ante esa astucia de algunos que se
encuentran en el poder debemos impulsar la cultura del debate de los
contrincantes. Evidentemente no son suficientes algunos encuentros verbales,
pero se va construyendo una vía pacífica para convencer a los demás.
Las muestras de avances democráticos las
exponen los gringos. En estos días los candidatos a la presidencia iniciarán
con debates a través de los medios de comunicación.
Persuadir es el medio, el fin convencer
para orillarlos a votar.
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