El inminente registro de Carlos Zeferino Torreblanca Galindo como candidato del Partido Acción Nacional para la presidencia municipal de Acapulco persigue dos objetivos a) ganar y b) dividir.
Al inciso a no se le pueden agregar más argumentos.
Al proceso b presenta la primera incógnita ¿a quién va a dividir?
Dada su procedencia empresarial (en pequeño o micro), fraccionará a este gremio ya que fue uno de los sectores mejor beneficiados durante su sexenio como gobernador (2005-2011), por eso el odio y rencor despertado entre perredistas y en otros sectores más vulnerables, ya que sus expectativas de cambio no se vieron reflejadas.
A primera vista se puede leer que Zeferino dañará la postulación a gobernador de Walton precisamente porque también es empresario. Sin embargo, el destino es destruir la unidad del grupo financiero acapulqueño incrustado en el PRI.
El argumento es el siguiente: Durante el proceso de selección de candidato a gobernador en las filas del PRI casi todo se dirigía hacia Manuel Añorve Baños.
Las encuestas así lo indicaban y la decisión de los hombres de la política priista nacional iban en esa dirección. El periódico El Universal daba como seguro a Añorve en la candidatura. ¿Qué pasó?
Ya tomada la decisión consultaron a los hombres de negocios de Acapulco y les comunicaron la determinación. Éstos dijeron que respetaban el acuerdo pero que no irían con Añorve. Los priistas aplazaron la última decisión.
Postularon a Héctor Astudillo Flores, su mejor carta.
Zeferino no hizo mal papel como presidente municipal y el gremio financiero no lo sataniza. En cambio, a Manuel Añorve…
Incluso algunos priistas insisten en que Añorve no es grato en la actual campaña.
A lo mejor y no gana Zeferino; pero su misión de dividir le puede traer muchos dolores de cabeza a los priistas guerrerenses.
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