En política todo puede suceder. O
como dicen en la jerga del poder: lo que se encuentra arriba, baja porque
obedece a la ley de la naturaleza.
Hace un mes, aproximadamente, al
precandidato a la gubernatura Luis Walton se le percibía como el personaje con
mayores posibilidades de triunfo rumbo a la gubernatura del Estado de Guerrero.
En escasos 15 días, en donde se
pulverizó la izquierda, Walton estaba prácticamente solo (sin PRD ni PT) y con ello
escasas expectativas de ganar.
La mirada de éxito viró hacia el
PRI de Héctor Astudillo Flores. Sin embargo,…
Llegaron los conflictos internos
del tricolor. Los exógenos ya estaban arreglados y comprometidos.
En otras entregas ya había
señalado que la dificultad de la unidad del tricolor sólo podía provenir del
interior, y, ahora asomaron.
El conflicto más fuerte en el PRI
se encuentra en Acapulco, el municipio más importante dentro de espectro
político de la entidad.
El asunto no es menor ya que allí
se encuentra peleando un espacio el figueroísmo; el cual, guste o no, sigue
siendo un poder en Guerrero.
Los Figueroa anhelan conducir el
puerto, ya que desde una visión política, se ha convertido en la antesala para
disputar la gubernatura. Ya lo hizo René Juárez, quien ganó; Zeferino
Torreblanca Galindo, también lo logró y luego Manuel Añorve, sin obtener el triunfo y
ahora Luis Walton.
Las diferencias entre Astudillo y
Figueroa son de antaño; pero lo más reciente fue cuando Astudillo tuvo que
dejar la coordinación de los diputados locales por unas declaraciones de su
homólogo Figueroa Smutny.
Otras diferencias intrapriistas
han asomado por la presencia de Manuel Añorve Baños en la campaña de Astudillo.
Ahora la división se trasladó al PRI.
Mientras que Walton va sumando a
algunos mandos medios perredistas, además su estrategia de realizar
concentraciones públicas a diferencia de otros candidatos le puede dar el plus
que necesita.
La rueda de la fortuna ha
comenzado y esto se pone interesante.
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