El pragmatismo político de disputar el
poder por el poder se ha evidenciado en México. Y para ello se valen de las
alianzas.
No existen programas ni mucho menos
proyectos económico productivos como tampoco sociales.
El realismo ha conducido a coaliciones
PAN y PRD. La izquierda “revolucionaria” y la derecha doctrinaria.
El PRI con su dúo el verde y el partido
emergente Nueva Alianza.
Los anteriores organismos han formado
convenios políticos. Son dos grandes fuerzas.
Las terceras fuerzas los que podrían
ganar son Morena y Partido del Trabajo.
Revisemos Oaxaca, por ejemplo.
De acuerdo a encuestas el PRI obtiene el
34 por ciento de votos a su favor.
La coalición PAN PRD 30. Morena 20; 11 el
PT. Estos resultados son por partido.
Cuando se pregunta por candidato resulta
que el priista Alejandro Murat obtiene 39 puntos porcentuales. El perredista
José Antonio Estefan por los partidos PRD y PAN 19. Salomón Jara de Morena 9 y
Benjamín Robles de PT 5 puntos porcentuales.
Realicemos una proyección para 2018 a
partir de estos datos.
Si sumamos PRI más sus aliados y PT
serían 45 puntos.
La sumatoria de PRD-PAN y Morena nos dan
50.
Es decir, que una gran coalición de las
izquierdas con la derecha podrían derrotar al PRI.
El escenario sería mas cómodo si en esta
coalición de izquierda y derecha se adhiriera el PT, con lo cual lograrían más
de 60 puntos.
Pero el PRI está trabajando para que la
izquierda se conserve separada. Y para ello, huele a kilómetros, va a apoyar a
Morena en algunas entidades.
El PT, le debe un enorme favor al PRI:
que haya conservado su registro y con ello recursos. Esto no quiere decir, que
vaya a apoyar al PRI incondicionalmente; pero tampoco que se alíe con las
izquierdas y derechas. Tal vez y se convierta en el partido bisagra y con ello
obtener mejores beneficios.
Lo que realmente salvaría al PRI de una
disputa cerrada ante la eventualidad de que la mayoría de sus adversarios se coaliguen
es un candidato popular.
Aunque Miguel Ángel Osorio Chong es el
mejor posicionado dentro del PRI, eso no indica que arrase en popularidad en
medio de la sociedad.
Desde ahorita el escenario se ve
incierto, no hay un claro ganador, como se veía en el 2000, y 2012.
En 2006 gana Felipe Calderón apretadamente por el apoyo de los priistas. Le cerraron el paso a López Obrador.
Está en juego el poder y no es poca cosa.
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