jueves, 26 de mayo de 2016

Sacerdote Sotero Sánchez Tizapa Tixtla, Guerrero

Sotero Sánchez Tizapa es el nombre del párroco del Barrio de El Santuario, en el municipio vecino de Chilpancingo, cuyo nombre es Tixtla, cuna y orgullo, nada más ni nada menos que de Ignacio Manuel Altamirano.

Tixtla es un territorio que produce y exporta productos agrícolas gracias a que aquí han conservado una laguna. Viven del riego a diferencia de otras comunidades que sobreviven del agua de temporal.

Es un lugar tranquilo, hasta diría adormecedor. Y por lo tanto se presta para actividades culturales y bajo ese contexto es propicio para el diálogo, por lo que es aprovechado por los curas del lugar para su proselitismo.

Sin embargo, la comunidad tixtleca ha cambiado, ya no es sumisa y ha empezado a “no creer todo lo que dice el señor cura”.

Tan radical es la postura de la sociedad tixtleca que denunció a Sánchez Tizapa ante el ministerio público por actos de corrupción.

El tema no se limita al tema de la corrupción por parte de la sociedad de este lugar, sino que el sacristán, Eleuterio Morales, según el acta ante el MP, Eliseo Avilés Gómez chofer del sacerdote, lo amenazó con una pistola en la sien.

De acuerdo a la versión de la denuncia, Avilés Gómez, actuó de esa manera por instrucciones del presbítero, “sólo para meterle un susto”.

Aquí no termina la denuncia ya que Morales declaró ante el juez que fue privado de su libertad en la sacristía y eso se llama secuestro en términos jurídicos.

Ya encarrerado, el sacristán calificó de “borracho” al representante de Dios en Tixtla. Y con ese poder que la el santísimo incrementó los servicios religiosos.

Antes de llegar a la instancia legal, el sacristán y algunos tixtlecos intentaron platicar con el obispo de Chilpancingo, Salvador Rangel Mendoza. Fueron recibidos por el canciller de la curia, Pedro García Delgado.

La respuesta que encontraron, días después, fue “el señor Obispo ya habló con Sotero Sánchez Tizapa y se comprometió a “portarse bien”.

Los vecinos tixtlecos advirtieron que “sabemos más de hechos inmorales” de Sotero, por lo que exigieron sea retirado.

Dicen los pobladores de Tixtla que el sacerdote Sánchez Tizapa ha sido expulsado de varias comunidades de Guerrero precisamente por sus irregularidades.


Conclusión: los sacerdotes ya no son paradigma de moral ni ética. Y la sociedad, en este caso tixtleca, entiende que la fe se predica con el ejemplo.

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