La segunda vuelta en la descripción política se plantea como un mecanismo que otorga credibilidad social porque (en el papel) votaría más de la mitad de quienes se encuentran inscritos en un padrón electoral; al mismo tiempo confiere estabilidad política porque el mayor número de partidos y/u organizaciones apoyarían al ganador.
En una segunda vuelta, dentro de un proceso político electoral, difícilmente gana un candidato con pocas o nulas alianzas.
La segunda vuelta requiere de asociaciones. Y esos acuerdos se interpretan como la distribución de cargos o espacios en la administración.
Dicho lo anterior, la primera vez que se planteó la segunda vuelta para un proceso político en México fue en el segundo semestre de 2006. Había perdido el PRI por segunda ocasión la presidencia.
A los priistas les era difícil comprender quedarse fuera, como se dice coloquialmente, del presupuesto. Ya habían sufrido un sexenio, alargar la agonía otros años les causaba tribulaciones y desesperanza.
Es en ese sentido que subieron al debate público la posibilidad de la segunda vuelta.
Los que se encontraban en el poder, como el PAN en el poder ejecutivo, y, el PRD en la capital del país, jamás hicieron eco a esa pretensión. El PRI se engolosinó con el poder durante 70 años; ahora les tocaba sufrir las consecuencias.
Exacto, la palabra perfecta es: venganza. Y esa actitud para nada es saludable a una convivencia social y mucho menos política.
Cuando se comenta que el PRI no es el mismo y que ha cambiado, pocos han percibido esa transformación.
El caso Guerrero es ejemplo de esa mutación. No es necesaria la segunda vuelta ya que los ganadores -como lo es Héctor Astudillo Flores como gobernador de Guerrero- integran a su gabinete a personalidades de los otros partidos.
Ya no se comen el pastel, como se expresan parroquialmente, los priistas.
Ahora la responsabilidad de la gobernanza y de la gobernabilidad es de los principales actores políticos. Lo que se conoce como pluralidad.
El tema de la segunda vuelta la ha propuesto el gobernador de Morelos, Graco Ramírez Abreu, como una percepción anticipatoria de lo que va a "sufrir" el PRD.
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