miércoles, 22 de julio de 2015

Decantamiento perredista

Las elecciones intermedias de 2005 van ubicando al perredismo en su lugar político exacto.

Las siguientes características destaco de ese partido: desde su conformación en 1989 careció de un líder con origen o ideología de izquierda; logra excelentes resultados aliados o apoyados por otros partidos porque presentan candidatos carismáticos o populares.


Cuando compiten solos o en alianza con otro partido por lo general pierden.


En lo particular, en los últimos años con el grupo hegemónico identificado como Los Chuchos –porque encabezan Jesús Ortega y Jesús Zambrano, los otros destacados de esta corriente son José Guadalupe Naranjo y Carlos Navarrete- heredó el mismo síntoma partidario: ausencia de un líder; pero lograron dirigir al PRD bajo la estrategia de una política de alianzas internas; sus triunfos externos fueron conquistar seis gubernaturas (Tlaxcala, Baja California, Michoacán, Tabasco y Guerrero); y ahora enfrentan la mayor de sus crisis.


Lo más grave es la división interna del grupo que ha conservado la dirección de ese partido a nivel nacional. José Guadalupe Naranjo se ha ido. Pueden deslizar el comentario de que partió por molestia o envidia y hasta rencor. Lo cierto es que ya pertenece a esta corriente. Y esa salida le hace daño porque era un grupo compacto.


Hasta el momento no se puede identificar si se queda lo mejor o lo peor en el grupo de Los Chuchos. O incluso en el PRD. Eso lo sabremos en las elecciones de 2018; siempre y cuando Los Chuchos decidan ir solos, que es como una especie de haraquiri.


Lo que estamos observando el perredismo y en el grupo de Los Chuchos es una decantación.
Y eso mismo está sufriendo organizaciones regionales, como es el caso de Guerrero.


El Grupo Guerrero de David Jiménez Rumbo, otrora la más fuerte –senadores, diputados federales, locales y presidentes municipales- hoy se ha dividido entre el dirigente estatal Cesáreo Celestino y Jiménez Rumbo. Al perder la gubernatura, disminuyó sus espacios políticos y ahonda las dificultades.


David, hasta donde se alcanza a vislumbrar su posición política, va en aras de negociar con el PRI.


Lo interesante del perredismo guerrerense y de la decantación política es que los jóvenes están impulsando el cambio. Lo calificaría de transformación generacional, en donde intentan impedir que los mismos políticos continúen conduciéndolo.


Esa mutación, de concretizarse, la observaríamos en el espacio en donde el PRD va a mostrar su fuerza política. Me refiero al poder legislativo. Si logran evitar esos jóvenes que Sebastián De la Rosa Peláez sea el coordinador de los diputados locales, habrá innovación. Veríamos un trabajo por un proyecto; si llegara De la Rosa, continuarán igual. No habrá decantamiento, pero sí castigo por intentar el salto.


Sebastián de la Rosa, en Guerrero, representa los intereses de Los Chuchos. Y como se asoma la tendencia tendría que dar vía libre al cambio, si se pone necio va a sucumbir como indica le está sucediendo a los Chuchos.

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