jueves, 30 de julio de 2015

Presidenciables

Para desgracia del partido en el poder ha quedado atrás el sistema de partido único, donde casi todo lo decidía. Llegó la alternancia y con el ello el régimen de partido hegemónico. Es decir, que arribó la competencia.

La frase que retrata el poder omnímodo del presidencialismo la dictó Fidel Velázquez: El que se mueva no sale en la foto.

Pero con la derrota del PRI como símbolo de decisión vertical en el 2000 comenzó a intervenir la opinión de la gente en lo que se conoce como la cosa pública. Ahora la frase es: quien no se mueva está derrotado.

A partir de ese momento tuvieron que involucrarse nuevas técnicas de persuasión dirigidas a la comunidad. Los medios de comunicación, principalmente la televisión, tuvieron un desempeño relevante en la toma de decisiones de la población.

Uno de los personajes que ha recogido con cierta habilidad “ese parecer inconforme de la sociedad frente al gobierno” ha sido Andrés Manuel López Obrador.

Los datos duros confirman la confianza que ha despertado el discurso de AMLO. Por ejemplo, en 2006 como candidato a la presidencia obtuvo alrededor de 15 millones de votos.

Seis años después incrementó un millón. En las elecciones intermedias de 2015 logró su registro como partido a nivel nacional y ganó la mitad de las delegaciones del Distrito Federal. Este último espacio sobredimensiona su popularidad a partir de la misma historia política mexicana basada en el centralismo.

Es cierto, el mensaje de AMLO es populista y en ese nivel es que fue desacreditado por el mismo poder Ejecutivo actual. Me refiero a que el presidente Enrique Peña Nieto, en su más reciente discurso, sin nombrarlo lo descalificó. Y esto, en términos político convierte a AMLO en un fuerte adversario para el 2018, donde se disputará la presidencia de México.

AMLO desde el principio del proceso electoral de 2015 ya estaba buscando ser candidato a la presidencia.

En el PRI, partido en el poder ha comenzado la carrera por la sucesión presidencial. El mismo presidente dio la pauta al haber abierto el abanico en la presidencia nacional del PRI. “Puede ser un joven” subrayó y deslizó la idea en las personas de Aurelio Nuño, jefe de la oficina de la presidencia y a Alfonso Navarrete Prida.

De imponerse el criterio presidencial dejaría fuera a Manlio Fabio Beltrones no solamente de la dirección del PRI, sino casi de la carrera presidencial.

Otro de la candidateables es Luis Videgaray, secretario de Hacienda, quien en estos momentos sufre con la devaluación del peso frente al dólar y esta imagen lo desgasta dentro de los grupos de poder económico.

Manlio se mueve, dentro y fuera del PRI, de acuerdo a los tiempos modernos de la política. Y este rasgo “de deslealtad” ha llevado al triunfo a gobernadores, tal es el caso de Jaime Rodríguez Calderón, mejor conocido como El Bronco, quien triunfó arrolladoramente en Nuevo León.

¿Manlio se atreverá?

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