Qué resultados esperaríamos los mexicanos a partir de los lamentables sucesos de septiembre de 2014 en la ciudad de Iguala, cuyo emblema se conoce con la palabra Ayotzinapa.
Evidentemente el esclarecimiento de la desaparición de 43 personas. Y al mismo tiempo, como sociedad, que existen diversos puntos de vista sobre un acontecimiento.
Ya no es suficiente que lo diga el presidente para creerle a pie juntillas, o un funcionario de primer o segundo nivel, como tampoco lo que sostenga otro grupo, cualquiera que sea, porque ambas partes llevan una carga de intereses.
Una de las consecuencias de los sucesos trágicos de Iguala Ayotzinapa es que socialmente vamos a escuchar otros puntos de vista. Ya no serán dos, sino tres o cuatro. Espero y dejemos de ser modelo de la traducción de una historia. Principalmente de la oficial.
El reto a vencer, por supuesto cuesta arriba, es que esa transformación debe arribar a la lectura. Somos, en realidad, un pueblo alejado de las letras. Desgraciadamente adictos a la televisión. Esa actitud nos acerca, o todavía peor, adhiere a la flojera. Ni siquiera somos capaces de ver programas de contenidos educativos o sobre temas políticos. Nos atrapan con emisiones de entretenimiento, los cuales distraen sobre lo social.
Ahora, espero, debemos cuestionar el dicho de las autoridades cuyo soporte provenga de otras lecturas. De otros puntos de vista. Y atreverse a leer o escuchar otras explicaciones; romper esa dualidad maniqueísta. Lo espectacular sería que luego de conocer las diferentes exposiciones uno, o sea el individuo, realice su propia interpretación.
Para algunos les parecerá una utopía lo que estoy planteando; sin embargo, también creo debe existir un inicio. Ese punto de inflexión lo veo en este conflicto de Iguala Ayotzinapa. Habrá otras presentaciones sobre el caso, dejaremos de ser monotemáticos e incluso dualistas.
Arribaremos a la cosmovisión del mundo. Sencillamente porque hay otras maneras de ver un suceso.
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